El miedo de perderte me sofoca los sentidos... Es tan corto el amor y es tan largo el olvido... En cada segundo de ti, pierdo más de mi, de mis razones, de mis antes, de mis pasajes diarios, vividos en cada centímetro esperando de nuevo tu llegada... Tú no lo sabes, pero yo te sabía, así, cual eres, idéntica; perfecta, dicharrachera, cariñosa, agradable, tierna, sagaz, intelectual, romántica, sensible, frágil, astuta, firme, tan mujer... Solo aguardaba el anuncio de tu llegada, y resulta que es el anuncio de tu partida.
Tu ausencia será larga, casi como eternidad... Muere mi alma de saberte aun más lejos de mi, porque este capítulo es el comienzo de la saga, es el primer párrafo de nuestra historia... Apenas me entero, existe un acta de defunción, marcado con el ocho, en cada enero esté donde esté queda estampado como sello sanguíneo y mortal... Sello de agua de nuestra extinción.
Hecho añicos, guiñapo articulado, un ser carente de vida, devastado me quedo de saberte en ausencia, desesperado y de cara a la pared, sin articular palabra, con el corazón destruido y sin saber a dónde ir... Sin saber si yo podré existir...
Por si más tarde, te gana el corazón, por si algún día descubres, que yo te hago bien... Espera por favor... Sufro un ataque de fe.
Héctor Eduardo.
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