Coraje endemoniado... Ese mal gestado e iracundo sentimiento es el que me tiene nublado completamente de todo tipo de razonamientos... Me enfrento al mundo, al cielo, a los mares, a las calamidades, a las tormentas, a los infiernos y a los demonios, todo por un arrebato de coraje, del coraje que siento, del coraje que tengo en mi bravío pecho, del coraje que me grita y alardea que simplemente no hay nadie más que me lea, que no hay una sola alma a la cual expresar esta quimera que me tiene preso de muchas y mal enfocadas ideas.
Maldito coraje, cómo no has aparecido cuando más te he necesitado, cómo te atreviste a esfumarte cuando tu ímpetu me podía haber dado la dicha, la vida entera de seguir empujando y no frenar. Con tu misericordiosa estancia en mis instintos, solo basta apretar la mandíbula y allanar el camino, invadir y saquear la sensatez y estafar a toda pesquisa que aun exista de la tranquilidad. Tú y yo nunca podremos co existir, mal nacido eres desde tu concepción y mal vivido eres en el edén de la razón. Eres la paria de todo tipo de miedo, pero a su vez, eres el miedo de todo tipo de razonamiento.
Te ahogo con estas líneas, coraje infructuoso, porque sin tu presencia soslayo la ironía de tenerte para mi, pero no haber revolucionado mi vida con tus habilidades, y sin tu innecesaria ayuda, prefiero cesarte, despedir tus servicios de mis que haceres... Derrocar tu monopolio de infestación visceral y volver a encumbrarte en el vacío de la nada, del recuerdo, del olvido... No eres nada sin mi, coraje, pero la realidad es que sin coraje, la vida no me sabe a ti...
Héctor Eduardo.
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