Friday, January 29, 2016

Pedradas al Sol...

Con solo fijar la vista, descubrí que tengo muy buena puntería, pues en uno de mis tantos movimientos imprudentes, torpes y hasta grotescos, di preciso en el  centro de tu corazón, un certero flechazo que creí te haría regalarme un suspiro de amor, pero solo fue algo por apenas encima de tu alma.

Dentro de lo impráctico que resulta escribir sobre un amor no materializado, resulta de bastante provecho saberse único en su género, pues dime tú amada mía ¿Quién antes te había venerado con tanto anhelo, con tanta vehemencia y alabanza? Seguro estoy que nadie jamás te ha entregado tantos tributos de sol, como cuando te pienso y te hablo, cuando me callo y me escuchas... Coincidimos en tiempos de no coincidencia, nos besamos en tiempos de veda, cuando no debimos antes besarnos, cuando debimos reservar el beso para un momento sin sombras, para un tiempo en donde solo existiéramos tú y yo en una eterna gloria. Pero nos besamos y te amé por entero esa noche de desvelo, te acaricié rindiendo congruencia a lo que ya comenzaba a sentir por ti y tus futuros inciertos, te cargué en mis brazos como jamás en mis brazos había soportado a una mujer en mis treinta años, te vi directamente a los ojos y me viste a los míos, para fundirnos en besos, quedos, exquisitos, relajados y enamorados de nuestra soledad que se mezclaba y se difuminaba en la soledad de un mundo solo para nosotros dos, sin nadie que nos mirase, sin nadie que nos estorbara...

Mar, de corazón te digo que cada día que pasa, es más complicado tener la reserva de energía que me traiga tu semblante a mi, tengo los empujes de destreza mental, de versatilidad en las ideas, pero las fuerzas son cada vez más nulas, y no consigo encontrar la salida a este torbellino de emociones que dicta el amarte más y más... Deberé considerar dormir más, pues solo en mis sueños, en mis mejores sueños sueles estar, en ellos cumplo cada una de mis aspiraciones, en ellos le arrojo fuego al fuego y desato tormentas de amor y de emoción, endulzo tu mirada con mis caricias y deseos y te hago la mujer más feliz sobre la tierra... Solo en lo sueños, y nada más.

En el plano de lo existencial, y dentro de mis autistas manías, he adquirido el hábito de arrojarle pedradas al Sol, contemplando que veo las muchas posibilidades de atestarle un severo golpe y en él te puedas enamorar de mi amor,  una contusión cargada de cariño y sentimientos puros. Que al atinar la piedra en el centro de su iluminación, tu encuentres la sintonía y el mismo canal de comunicación que llevo por siempre entregado a ti, esperando por ti, que nos cifremos en el mismo lenguaje del corazón y que evoquemos a nuestra lejanía como un pasaje del libro de anécdotas, pues está visto que tu vida siempre estará ligada con la mía... Eres el centro de mi Sol y yo seré esa piedra.

Héctor Eduardo.

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