Monday, January 18, 2016

Tiempos Bifurcados.

En el mismo espacio, en dimensiones distintas, con sueños vividos y con sueños sin soñar... La vida es elevar el amor hasta el infinito, sujeto apenas por un hilo, donde no alcanza el aire, y de ahí aterrizamos de golpe al filo inconmensurable de la realidad.

La vida, se aprende a base de golpes, a base de tristezas, con resguardo absoluto en la consciencia, con deseos horripilantes de no saber más de uno mismo, pero sin uno mismo, no sabría más de ti.

Y entonces quedo en el destierro de tus ideas y de tus pensamientos diarios, y es cuando se invoca al olvido, y desde el olvido yo existo, desde el olvido es cuando más me fortalezco y te contradigo, te llevo al límite de tus confusiones y te colapso en pensamientos hacía mi, y entonces el olvido pierde la batalla y volvemos a repetir el ciclo sin terminar de pensarme, sin terminar de olvidarme.

Confundo mis miedos con los tuyos, en los míos tú no estás más, te desvaneces como fantasma que fue y nunca llegará, una psicofonía a mi conciencia y sin evidencia científica hablo de ti, te invoco y te conjugo, más todos me creen loco, dudan de tu existencia, dudo también y te contagio de mi miedo para entonces terminar de alejarte de mi. El peor de los miedos es que todo esto nunca haya existido, que las letras leídas en este momento sean un artilugio de mal gusto y las oraciones vayan al viento... Tus miedos, de tus miedos mejor no hablamos, porque son mi misterio favorito.

Entre tus tiempos y los míos hay muchas disparidades. Tu azotaste la puerta en mi corazón, yo azoté tu corazón con mis besos, yo dividí tus lágrimas y les arrebaté la soledad, mientras tu repartiste de las tuyas y las lágrimas hoy habitan en mi. Tu conjugaste del amor infinito en una sola acción, al besarme, yo hice granizo del mismo amor cuando te alejé por la marea de amor en que te ahogué... Nuestros tiempos se bifurcan pero se expanden, no se definen si son para el otro o simplemente se miran de reojo, esperando que se enganchen y sigan el mismo camino por siempre.

Héctor Eduardo.

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