Dicen que el silencio más incómodo, es el que nace de un corazón cuando calla y escucha el alma de la persona amada... Sin señal de vuelta en la comunicación...
De frágiles manos, con facciones finas, como Afrodita, con serenidad digna de la realeza y un tono de voz que concesiona mis adentros. Así te percibo, tan sublime y tan llana, tan contraste y líneal, como un algoritmo resuelto, como un misterio sin respuestas... Y de todas ellas nada me quedará.
Está prohibido olvidar, porque si me das olvido, mi alma se marchitará, porque el olvido es el cáncer que nos condena a vivir sin eternidad, y entonces dónde quedará tanto amor resguardado? Dónde se constituirá la República de tu amor? Cómo mis labios mascullarán palabra alguna sin la emoción de tu nombre en ellos? Dónde quedaré yo, y mis ilusiones? Donde se mojará la marchitez de tu temporal? Y que será de mis anhelos y aspiraciones sin tu cielo para rezar?
No nos olvidemos, hagamos un pacto a la eternidad, donde yo seré tu Miguel Angel y tú mi hermosa Venus, donde esculpiré cada uno de tus bordes, cada escaño de tu figura divina, con cincel de presente coral y roca que perdura en el pastizal... No nos convirtamos en anécdota que fue y no se supo más de ellos. Seamos una coreografía de almas que danzan al compás de una sola vida, de un solo momento desbordado eternamente... En tu vida que es la mía.
... Me quedo con tu presente, no sé quien está contigo, si estás en mi corazón vigente y en mis pensamientos siempre. Entonces te quedas sin ti misma. Te llevas mis manos para tocarte siempre, para acariciarte el alma, para espantar tu tristeza y convertirla de golpe en cielo. Me quedo con tus caracoles en mi bolso, los conservo con mi vida, cual cruzado defiende su creencia. Me quedo con el vocifero sonido que haces tu sola en tus momentos de abstracción sin sentido. Te llevas mi cara lavada con tu aura, y un concierto de peces de mi mar muerto. Me quedo con tus sentimientos alegres y melancólicos, con tu sentido de moral y honestidad. Con la comunión que haces con la palabra amor...
Te regalo un Quijote y un molino... Y un rebaño de besos que dan frío...
Héctor Eduardo.
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