Thursday, January 21, 2016

Espacio Vacío.

Nunca te lo comenté, quería hacerlo en un momento de nosotros, donde nadie más que tu presencia y la mía nos llevara a recordar el pasado y decir, - recuerdo que cuando te conocí -, pero tengo que hacerlo hoy por este espacio, destinado solo para tus ojos, destinado solo a tu intimidad con tu persona, porque es tuyo, es para y por ti, de nadie mas amor, que solo un santuario tuyo donde me lees y tu existes, yo escribo y dialogo contigo... La realidad es que cuando por fin te integraste como mi compañera de labores (mi vida porque fueras mi compañera por el resto de los tiempos), me sentí invadido por ti, ah pero no te confundas, no en el aspecto romántico o sentimental, sino en el aspecto catastral, sentí completamente invadido mi espacio, pues donde fue improvisado tu escritorio, era mi lugar, mi hábitat, siempre le decía al que fue nuestro jefe en común "ayúdame con un escritorio" y fiel a su estilo de miopía, presto oídos sordos a mi tan "atrevida" solicitud.

Cuando te encontré sentada, con tu propio escritorio y mi lugar hecho tu tuyo, tu nido, sentí, debo confesarlo hoy con una sonrisa por la ironía de la vida, sentí que la sangre me hirvió, no por tu presencia, sino por la parsimoniosa actitud de quien nos "lidereaba" en el hilo conductor del día a día. Sentí mi espacio invadido y solo atiné a darte los buenos días a lo cual tu me contestaste con lo mismo... La historia estaba echada, con solo escuchar tu voz, me dije - Qué bonito habla - y continué con mi camino.

Llegó el día en que en mi largo peregrinaje, en donde me cambié de sitio, tantas veces como de cal... cetines (mal pensada) y en esa ruleta de las disponibilidades y posibilidades, me tuve que acomodar a tu costado, viéndote de perfil, con tu concentración a tope, murmurando para ti solita, pense -ella es linda, es muy bonita y muy hermosa- llegó el momento en que cruzamos palabra (era inevitable difuminar en automático mi anterior molestia, indirecta, tú no tenías nada que ver), entonces me hablaste de "usted", lo primero que atiné a decirte fue que no lo hicieras, porque no había distancias, ni existe línea temporal entre tu y yo, y sigo pensando lo mismo, cuando te veo (te vi), no pienso en ti como en alguien de solo veinte noviembres, sino en mi otra parte, en alguien igual o más grande todavía que lo que pueda imaginar,, más grande que el cielo y el mar, veo tu rostro y veo a una mujer hecha y derecha, con valores, con ideales, con sueños y con anhelos... Todo esto lo comprendí justo al momento en que te dirigiste conmigo, de una forma tan respetuosa y tan amena a la vez...

Desde entonces pasaron muchas cosas, lo que en un principio fue la privación de un espacio y mi obtusa inconformidad por la posesión del mismo (si, ya sé lo que seguramente estás pensando, que tú ni en cuenta con este tema, es natural que mis manías pasen desapercibidas para la mayoría de las personas) con el paso de los días se convirtió en el punto de reunión de todas mis alegrías, fue como el llamado a misa en donde tu fuiste el evangelio y este lugar fue el atrio donde se pregonó tu palabra. Verte sentada, escribiendo y murmurando, gesticulando y de pronto auto felicitándote, fue para mi toda una religión, todo un deleite vislumbrarte sentada en el aposento celestial que se ha convertido este escaso metro cuadrado, que ante tu inmensidad se radió e hizo infinito...

Hoy, cuando llego por las mañana, antes de dar vuelta por la puerta en la oficina, espero poder sorprenderme con tu silueta sentada y saludarte de nuevo con un Buenos días, pero me quedo con el vacío para saludar y del lugar, mejor ni hablamos, cuánto no daría por volverme a irritar porque te lo autogestiones, sin lugar a dudas, sería el bálsamo mas reconfortante y el enojo más feliz que tanto anhelo en mi vida, que tanto espero día a día... Si, cambiaste mi vida por completo, ya no soy el mismo, me hiciste un buen hombre, un buen tipo, y en honor a tu recuerdo, a la luz, en vista de todos, en homenaje a tu existir,  allá en otro plano donde te sé, te encuentras, viviré a plenitud, con la amargura en proceso de extinción, y con la felicidad reluciendo a todo aquel que me rodee, vamos, viviré a tu estilo, como si tu fueras yo viviendo mi vida, con tu gran amor para repartir y con la alegría que proyectas al vivir... Aunque por dentro me calcine el fuego... Te amo.

A tu espacio le hace falta tu presencia, se cae a pedazos pieza por pieza, así como me he caído yo.


Héctor Eduardo.

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