En esta receta platicaremos cómo se puede alcanzar la felicidad sin que nos compliquemos las existencias.
Se necesitarán:
a) 8 eternidades de tu sonrisa pegada en la foto que nos acabamos de tomar (Inigualablemente hermosa, jamás me había enamorado así).
b) 1 Tarrón del brillo de tus ojos cuando me hablas con la mirada, porque no quieres que nadie más nos escuche nuestras confidencias.
c) El dolor de tus brazos en cantidades pequeñas, esto es para poder contrarrestar el dolor de mi corazón con tu partida.
d) Ternura tuya... Esta se mezcla al gusto.
e) Un siglo de tu cintura ceñida a mis brazos, como cuando compartimos la pieza del vals por la mañana (aun seguimos bailando).
d) Una frente llena de ilusiones para compartir a mi lado... Un mundo ideal.
Preparación:
Vivir 8 eternidades con tu sonrisa pendiendo de mi corazón, cumpliendo cada día la dicha de la gracia de ser tu otra mitad. Mezclando el Tarrón del brillo de tus ojos y hablándome con tus gesticulaciones inarticuladas, como cuando suspiras mientras te robé el aliento, como aquella vez, mientras te tomo de tus manos cada mañana por hay de las diez. Repetir este paso todos los días mientras nos dure la existencia y después aun más, para que condense nuestros sentimientos una suave y delicada pureza que se extrae de la brisa que das cuando susurras mi nombre por las tardes.
Contagiarme de tus dolores, que me duelen cual si fueran míos, en partes minúsculas, como aguijones directo al corazón, extrayendo las gotitas de la sangre que emané en tu próxima partida que no sobreviviré... Con un dejo de ternura, todos los días, partiendo de mis acciones y consumado en tus labios, cuando segundo a segundo me sepas ahí, a tu lado, en tu vida, en tu día a día, abrumando a la melancolía sin tener consciencia del milagro de tu existencia y con la agonía desterrada, pues eres tú mi vida y princesa amada.
Posterior a lo anterior, tomarte firme por la cintura, rodeándote la misma con mi brazo, mientras nos sincronizamos en un va y ven de emociones y pasiones, en una danza simulando la vida, en un compás de enamoramiento sediento de los dos, mientras recorro hebra por hebra tu cabello de la frente, desencadenando la ilusión de compartir los desayunos y las cenas, los cafés por la mañana (por ti tomaré café) y hacer del mundo una fábula narrativa de vida y magia, de cuento y realidad, de fantasía y aventura, de corazón, sudor y pasión, en donde la letra cursiva se inclina con tu irreverente belleza y yo me quedo en las negritas marcadas por la alabanza que te venero....
Así pues, tenemos en vida el pasaje al cielo, la Receta de la Felicidad compuesta por tu esencia y aroma, por tus besos que me diste y los que en un futuro, sé que volverás a regalarme, por la mejor elección de tus segundos que será el verme a los ojos y decirme lo que deseo. El finito será compuesto en el ciclo sin fin de tu existir... Y si, reitero lo que ya sabes, ya te sabía de antes, te presentía existente y te he encontrado... No me iré, pues ya estás implícita en mi existencia, y entonces me sentiría sin mí, aun estando aquí.
T Mo
Héctor Eduardo.
P. D. No Olvides, olvidar, olvidarme...
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