En las tardes de mi juventud, siempre quería sobresalir por algo. Pensaba que si soy bueno en el deporte, atraería las miradas de las compañeras más atractivas. O creía que por el hecho de tocar la guitarra, me daría un poco de estatus con ellas, pero aun así nada, vamos, que hasta llegué a pensar que escribir poesía, utilizándola como herramienta de conquista, obtendría la admiración, pero la realidad fue contraria totalmente. Ni el deporte, ni el berrear (eso es lo que hago al "cantar") ni la poesía me han servido de mucho, pues cuando por fin te encontré hermosa y deslumbrante, no tuve oportunidad de pretenderte enamorar...
Qué ciego he sido, si el más grande don que la vida misma me dio, fue el de amar, como te amo yo, y en medio de ese amor, cada movimiento que doy, cada expansión de mi pecho buscando respirar, cada silvido pensando que te canto una de las canciones que tanto te pueden, quizás gustar, todo es inspirado en la gracia del amor, y mi amor no es otra cosa que una semilla de tu vida, depositada en la fértil inspiración que vive en mi corazón, donde solo con pensar en ti, fluye las ideas y las palabras y vienen los versos que son completamente pensados, en ti mi amor...
Preguntas -
A dónde va tu corazón sin mi,
en dónde estacionarás tu felicidad,
si yo te amo tanto y mucho más te necesito,
que sin ti mi corazón morirá.
Qué será de tu amor sin mis caricias,
qué será de mi amor, sin tus sonrisas,
cómo pararé de pensar en ti, con melancolía,
cómo adoraré tu timbre de voz,
cuando cantas tus bellas melodías.
Cómo fue que te fuiste de mi vida
cuando apenas te encontré
y me vi contigo, todita y totalmente querida.
Comprende párvula fémina de mis encantos,
que nadie en este mundo te ama tanto,
que solo consagramos lirio y guirnalda,
para escenificar el llanto de mis arrebatos.
Hay de nuestros caminos distantes,
que se alejan como marea errante,
que se esparcen en el ocaso del cielo nocturno,
pero que tanto dolor corta, como diamante.
Mientras espero la presencia de tu incienso,
que me entregue el aroma que desprendes de tu cuerpo,
y me arguyo poesía mal pronunciada,
que no es otra cosa más que el lamento de tanto que te pienso.
Héctor Eduardo.
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