Saturday, January 16, 2016

Quimeras (Carta No.3)

Hola ¿Cómo te ha ido?

Comienzo con una reflexión. Después del punto y a parte ¿Qué es lo que sigue? La desprovista tradición indicaría que lo único que sigue posterior a la distancia es el olvido, pero en esta ocasión quiero jugarle un movimiento de jaque para engañarla y fusilarle sus nefastas intenciones, a esa mal conjugada tradición.

Después de varios ayeres, he notado mucho más sombrío el panorama, veo que el rumbo que creía mi norte, es en realidad un camino a la deriva, sin llano o sin guía que me señale a dónde ir, porque me he quedado tan alejado de todo o de todos que no me encuentro siquiera conmigo mismo, y si estoy bajo estas condiciones inmúndicas, imposible querer cuando no se quiere uno mismo ¿Cómo llego a la conclusión de no quererme? Es una delgada línea entre considerarme para ti, por completo o bien alejarme hasta perderme en la raya del horizonte, mas sé bien que eso no pasará y que estaré en vilo esperando tu convocatoria a habitar tu corazón...

En el calor confortante de la chimenea artificial que me alumbra, caigo en cuenta que hemos sido muy ajenos en muchos aspectos, particularmente, no recuerdo siquiera que alguien nos haya presentado: existe la vaga idea de recordar que yo me presenté contigo ¿o fue al revés? Sin embargo, las bajaras estaban ya sorteadas, no había forma de saber cómo comenzaría esta historia y en los días que fuimos vecinos, amigos, amantes, hermanos, confidentes y muy apegados, íntimos de la palabra, fueron completamente una obra maestra de la divina creación, un acto memorable, hasta para el mayor de los Dramaturgos (si, si, ya investigué el concepto) con unos puntos suspensivos de no saber en qué quedará esta epopeya en la cual, estoy varado en medio del océano, sin una sola provisión para subsistir, más que el aliento de tu corazón.

Tengo varias ideas entremezcladas en el pensamiento, algunas van desde seguir escribiendo y escribiendo hasta que los dedos sangren y desfoguen tanto dolor, tanto sentimiento y tanto amor, y la segunda es irme hasta el extremo de no tentar jamás a la luciérnaga y tener el decoro que te brinda la distancia y el tiempo. La primera opción es muy viable Mar, porque es la que me tiene aquí, ante tus ojos, o al menos eso esperaría, es la que me impulsa segundo a segundo a ser más humano, a recuperar esa mística perdida y que tú has revivido en mi. En salvaguardar el bien solo por el hecho de ser bien y sin fijarme si tengo beneficio o no. La segunda alternativa es la que me aterra, pues sería emplastarme en la urbe de asfalto, en la ciudad manchada de mis superficialidades, de las banalidades y tortuosas frivolidades, en donde me convierta en un ser de plástico, sin ideas, emociones y/o sentimientos, vamos, el que he sido por los últimos catorce años, hasta apenas hace unos pocos días... Cuando tú me encontraste y me rescataste. Mi heroa!! ¿Comprendes por qué te digo que me has hecho una mejor persona, que has sacado lo mejor de mi? Esa es tu magia y hechizo, tu toque y tu inspiración...

Continuaré por lo pronto con las quimeras que me dan vuelta en la frente, con las quimeras que no le dan una definición a mi sustantivo, con las quimeras que te hacen ver cada vez mas lejana, pero que a su vez te lucen tan allegada a mi, que hasta charlo contigo, como en esta ocasión, que compartimos un té en la tenue luz del fogón, y vemos un poco te tv, seguramente uno de tus programas favoritos... El único detalle de tan cruel condición, es que la comunicación solo va de ida, más no llega jamás un solo aviso de ti y tu diario vivir... una postal marchita.

Héctor Eduardo.

P. D. Las nubes del cielo llueven agua con frío... Las nubes de mi corazón, llueven tu perfume y tu rocío que se ha bañado de tu amor... Te amo más a cada segundo de tu ausencia, te amo más, aun en nuestra perdición.

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