Tuesday, January 19, 2016

Dualidad de los Espíritus.

Y escucho como el mar, que con su barullo que pega rampante sobre la arena, rompe el silencio de mi melancolía. La paz que se percibe en el entorno es inigualable con nada y sin embargo dicha paz no sirve de nada si ya te perdí, y lo más probable, es que para siempre.

Las pequeñas grandes decisiones, cómo nos cambian la vida… Aquel martes veintidós de diciembre, ya había decidido marcharme, ya estaba sobre el coche a punto de dar la marcha de encendido, sin embargo, algo dentro de mi me hizo saberte, me hizo pensarte y entonces fue cuando entré en el dilema de llamarte o no llamarte, dilema que ahorita mismo vivo, mientras observo a las gaviotas surcar las nubes de esta tarde gris, poseo un enorme deseo de escuchar tu voz, tu hermosa voz, tan finita y melodiosa ¿te he dicho lo sexy que es tu voz cuando padeces de tu garganta? Nada más hermoso, canto celestial es tu voz. Sin embargo, desconozco cuál vaya a ser tu reacción, si colgarme el teléfono, a portarte fría y distante, o simplemente me ignores por completo, o en el sueño utópico, rompa tus fortalezas y me escuches y accedas un poco a mi.

Esa decisión, la de llamarte aquella tarde, fue la que cambió nuestro rumbo, y nos ha traído hasta estos puntos, por un lado, te descubrí mujer, espectacular, todo un portento de dama, atractiva, sensual, seductora, el deseo mismo de mis mañanas y la embriaguez de mis noches en ti, por otro lado, me encontraste sin máscaras, sin caretas, conociste el recóndito “yo” que siempre vive bajo las sombras, bajo las tinieblas… Recuerdo los momentos de tus palabras de sosiego con el “no te vayas” repitiéndolo una y otra vez, que por supuesto alcanzó mi corazón y mis convicciones y creencias sucumbieron… Todo fue tan rápido que no recuerdo a precisión cómo sucedió, pero Juro por mi que nunca llegué con doble intensión a la alcoba, pero el deseo ya habitaba en mi yo interior, hasta que sucedió, me enviaste por tu sudadera café, algo normal y cuando voy de regreso, te encuentro para mi deleite, sin tu prenda superior, con tus hermosos senos a mi alcance... Detonante de mis deseos y la luz a mi adicción comienza en el punto en que se encontraron los dos conceptos cara a cara, de ahí en adelante la historia la conocemos los dos… No me cansé de besarte y besarte hasta que sangraron mis labios, hasta que sangré los tuyos de tanta pasión que aun llevamos guardada en nuestras almas, porque en ese par de horas fuiste mi mujer y yo fui tu hombre, nos desgarramos las prendas, nos conocimos el uno al otro, sentí tu aliento entrando por mi vida y derroché caricias atrevidas a tu persona, todo en un concierto de pasión y delirios mutuos,  de sudor y gemidos, en ideal y en espíritu no existió nadie más, el mundo entero fue nuestro por dos horas y no pensamos en nada, solo en el placer, la pasión y el amor que nos brindamos que era el todo, como todo no importa ahora que ya no estás… Tus mejillas aun siguen sonrojadas de tantas cosas bonitas que te dije y aun te digo.

¿Cómo puedo hablar de descifrar al corazón cuando yo mismo no encuentro el código de ese lenguaje?

Lo más triste de esta novela, es que nos quedaremos con la imperiosa duda de saber el poder de nuestra magia conjugada, el poder de tu amor y mi amor unidos, seriamos los amos del universo, y hoy, por solo un apego de falsa felicidad no tenemos ni una nube de nuestro cielo…

¿Cómo condicionar el amor que siento a que mi otra mitad tenga restricciones de con quien habla, sonríe y vive sus día a día? El amor no es una reja, el amor no es un mandato terrenal, el amor es amor por el hecho de que exista la dualidad en los espíritus, en el ser, pero, más aun en el no ser. No encallo mis ideas a la teoría de perderte porque alguien más se sienta incómodo, por el concepto de regalarle el gusto que mañana se convertirá en la pauta que rija tu vida, un sacrificio de amor que se convertirá en obligación perpetua, sometida a sus deseos y voluntad… Pero lo mas dantesco de la novela, es el sacrificio que se hace por ese amor, cuando sabemos bien, que yo también soy tu amor… Disculpa el momento, solo purgo y curo las heridas, sin embargo eso pienso, que has llegado a amarme y/o temes amarme, temes enamorarte más de mi, pero no debería existir dicho temor, pues el amor es el amor, por el simple hecho de la dualidad en los espíritus, como ya lo había dicho antes... Y yo te amo tanto, en concepto tan diferente como el otro tipo de amor (tiránico y mesiánico) que yo mismo me aparto y vuelvo a fundirme con el paisaje, con la no acción, el no ser, esperando tu total libertad que siempre encontrarás mientras yo te amo amor de mi vida... 

Siempre creí que el día que ya no tuviera más de mi para dar, sería el día en que busque una gaviota, y la alcance, pues querrá decir que ya no hay más por hacer en este mundo… Alcance una, ya extinta, que se me fue de entre las manos, la tuve pocos segundos, pocos minutos y simplemente volvió a volar, y mientras emprendía su vuelo, quedé esperando que volteara y de reojo viera cuánto amor le profeso, que me tiene roto el corazón y me quedo descalzo y arrodillado en la arena de esta playa, con frío y llorando su partida, sabiendo que ya no seré el héroe de su cuento de hadas, que ya no seré el hombre que la protegiera y la cuidara por el resto de sus días…

...He leído sobre los temas de las vidas pasadas y sus efectos en ésta... Estoy consciente que tu y yo fuimos almas gemelas y estás por descubrir el sentimiento de que te falto, búscame y me encontrarás.




Mientras te escribo, veo al Mar y te encuentro a ti igual, tan lejos, lejos lejos...


Héctor Eduardo 


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