Y me quedo con el vacío de tus manos, como la arena que cae derramada de las mías, con la lejanía del mar, con nada para respirar... Solo guardo tus caracoles, los llevo siempre conmigo, esos que con tanto amor juntaste para mi, los conservo todos, sin excepción, cada uno de ellos, desde el más pequeñito, todos representan mis gramos de fe, mi religión por ti, mis semillas de mostaza; y tu ausencia es sin duda la coraza de mi andar, un canto mudo de las aves, un desgarro de piel, un soneto de duelo perpetuo... Sinceramente, a corazón abierto, hago el papel del fuerte, tengo un talento nato para fingir que sonrío cuando te mencionan frente a mi, para auto engañar a mi corazoncito, porque es eso, es pequeñito, mal querido y muriendo de soledad, lo engaño, le juego al vivo, al hábil, al fuerte, pero en estos momentos, solo se encuentra despedazado, solo soy un trozo de articulaciones sin orden, ándale, así, como un spaghetti... Como una enramada de tristezas y futuros inciertos, de futuros sin ti.
Un drama, lo digo en tu tono de voz Mar, un drama entero no puedo siquiera redimir, no puedo siquiera sostener mi cuerpo, no dosifiqué mi amor y hoy me quedo llorando, descalzo, triste y derrotado, sin energías y en automático, exhausto de vivir... Acomplejado por saber la realidad, que el tiempo ha de marcar mi lejanía y que el mandato divino de que tu fueras para mi y yo para ti, no fue escuchado... Dios está triste, Dios llora lágrimas de tristeza por nosotros, y en nuestro libre albedrío nos hemos propasado, hemos surcado el retiro, tomado con violencia nuestro destino causando desasosiego y melancolía, nostalgia y un posible olvido, Dios sigue llorando... Está prohibido olvidar amada mía, está prohibido no ser feliz, aunque tu felicidad sea mi desdicha, oh paradoja detectada y no solucionada. Está prohibido no volver a mi encuentro, y hacer fiesta de volver a vernos, con palabras de dicha y sensaciones de regocijo... Y entonces despierto, con resaca postmortum, pues soy un muerto ambulante sin ti.
Hay quiénes nacen para sufrir ¿Por qué nos gusta tanto el dolor? ¿Hay alguna medicina que lo cure? Si existe dicha cura, y esa cura eres tú... Qué escenario tan complicado, tú por un lado viendo al sur, sin fijar tu vista hacia mi norte, y yo por otro, dando un paso atrás, para descubrirte más plena, más mujer, más hermosa y más lejana, un continente de emociones tristes y de nostalgias ¿Que es acaso tan simple de tomar, el dolor, como si se tratara de un té de infusión? Hoy me sumergí en la laguna de las tristezas y yo soy la marea, mientras tu eres la infusión.
... Me dueles como no creí sufrir dolor, como no creí ceñirte a mi persona, como no creí que mis ojos rojos se volvieran habituales por ti, mi dolor. Y me desespero, y grito haciendo muecas de bocanadas sin aire, con el rostro más desfigurado de ti dolor, con los pómulos inflamados por su rebeldía de querer dilucidarte, sin gesticular oración alguna, y arrebato y le doy un empujón al destino, malvado, cruel y voraz, cobarde y ruin, lo quiero desestabilizar, lo quiero destruir, lo quiero exterminar, para surcar la ligera posibilidad de que ante mi ausencia me descubras como tu amor verdadero, que ante mi lejanía sepas que yo soy tu elegido, que ante mis versos y prosas llenas de llanto y cobarde teoría, te conmuevas y te des cuenta que también puedes llegar a amarme, a quererme y a necesitarme en tu vida, al borde de que enjugues una lágrima a cambio de las mil sonrisas que he formado en tu rostro... No valen de nada esas mil sonrisas, cuando mi lágrima hace un mar de llanto, no vale de nada la caricia que me has dado, si tu ausencia es una eternidad y no valgo nada yo, sin ti, aquí... ya.
Héctor Eduardo.
P. D. Yo te enseñaré cómo es el hilo que sujeta al infinito... Tú me enseñaste que los ojos son para ver en ti, la eternidad...
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