Friday, January 29, 2016

La Biblioteca sin Libros.

Ni yo mismo alcanzo a soportar mis líneas; ayer quise releer lo que escribo y no soporté el estupor de tan abominable creación y opté por cercenar de mi mente lo que acababa de apreciar, entendería a la perfección que ya no continuaras más por estos llanos rebuscados y entonces si, mis letras vayan al viento, a la nada, al vacío...

Hace muy poco tiempo, pocos días, me preguntaron sobre mis hábitos de lectura, simplemente quedé en silencio, y no contesté otro más que lo que siempre argullo, que no leo. Mi argumento para soportar que no leo, que no me gusta leer,  cuando es precisamente lo contrario, que es uno de mis grandes amores, y que no poseo mejor tesoro, hoy en día, que todo lo que he leído "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leído" diría Jorge Luis, y en suma tiene mucha razón, pero yo lo guardo y argumento que no leo porque no tengo libros, no poseo hojas empolvándose y todo se queda en el eterno resplandor de mis recuerdos, de mis tribulaciones mentales que pueden arrebatar pasajes completos, pero jamás me harán hurto de la esencia misma de lo que mis ojos han escrutado y han rebuscado en diferentes versiones, en diferentes tomos.

El valor de un libro no es el precio de lista cuando sale al mercado, o su cotización cuando se considere best seller, vamos, el valor de un libro, no es siquiera el poseerlo y tenerlo siempre en mente, sino su verdadero valor es captar la esencia, degustar suculentamente ese bocado de conocimiento y redundarlo, consagrarlo con el desarraigo, con su ausencia, con no poseerlo, de ser generoso con el conocimiento y dar la oportunidad que alguien más pueda atender los mismos textos, las mismas escrituras que a mi me han hecho tan feliz... Por eso no conservo libros, no existe ninguna evidencia en el mundo que me delate como lector empedernido, que me señalen como alguien que sabe, porque prefiero mantener mi estatus de ignorante y conservar mi ignorancia como puntal de un futuro conocimiento, solo que con el placer de saber que alguien más se estará llevando una parte de mi, para sus adentros, leyendo las mismas hojas que leí, pasando por las mismas líneas que yo pasé, emocionándose como me emocioné y por qué no, aburriéndose cuando yo también me aburrí.

Mi hogar, es una biblioteca sin libros, tengo un acervo de la 'a' a la 'z' sin tan solo una página en material, llevo aventuras desde la edad de nuestro señor, hasta tiempos futuros y bifurcados con un poco de ficción y mucho contenido en narrativa, realismo mágico, barroco, y llegando a la estación de la obtusa filosofía y sus muchos componentes que forman un laberinto a mis ideas, pero que cuando encuentro la salida del enredado camino, tengo la oportunidad de ver más claro que nunca la fotografía llamada vida.

Ayer en una aventura que sostuve de negocios, vi en un anaquel, un libro que hace muchos ayeres tuve en mis manos (no era el mismo ejemplar, claro está) y siguiendo mi ideología, esa de que un libro siempre se puede volver a releer, por eso hay que liberarse de ellos, lo readquirí y he comenzado a re enamorarme de esta pieza de colección que no coleccionaré, pero que siempre albergaré en mis sobrecargadas neuronas... El libro hace fiel premisa a mi sentir actual, es como un bombazo de realidad con solidaridad de todos los que nos rodean, es del Maestro Octavio y el título es El Laberinto de la Soledad... Solo espero pronto no tenerlo, señal de que ya lo he releído.

Héctor Eduardo.

"Cuando la literatura se muda al cine, siempre queda corta a las expectativas de quienes leemos su estado evolutivo original. Espero y la Quinta Ola no me quede mal, hoy se estrena y por supuesto no la dejaré pasar'

No comments: