... Recuerdo la primera vez que te acompañé, no sé si lo recuerdes, nos fuimos caminando hasta el bulevar, tu hablabas y hablabas y yo te escuchaba. Esa vez, te dije que iba al banco, para hacer unos movimientos, lo cierto es que no iba a ningún lado, de origen, ya después aproveché para pasar. La única verdad, es que deseaba conocerte más y más, deseaba que me platicaras tus historias, tus aventuras en la vida y qué mejor oportunidad que caminar a tu lado, sin prisa y solo escuchar tu hermosa voz, mientras yo te contemplaba en silencio, te admiraba con palabras calladas que nacen del cariño, que desde entonces te tengo.
Lo que recuerdo mucho de ese día fue cuando me dijiste de tu pretendiente, alguien incluso de menor edad que quien escribe estas líneas. Al escuchar tus palabras, me creí perdido, sin esperanza alguna, pero esa lección de la vida, de no perder la fe, me hace estar hoy aquí, porque, cierto estoy, que será una tarea ardua, el tener la fuerza de voluntad de no atracar mi promesa de esperarte, e irte a buscar antes de lo previsto, pero tengo que tener paciencia, y yo sé, que conservo alta la convicción que de mi ya te enamoraste, quizás un poco, quizás un mucho, pero lo que importa es eso, que en algún punto de nuestra lejanía, tomarás la bocina y me llamarás ¿y sabes? De inmediato iré a tu encuentro, iré por ti, sin palabras, sin preguntas, sin más tema de conversación que tu mirada alineada en la mía, que mis labios compartiendo la textura de tus labios, que mis manos ceñidas a tu cintura y tus brazos rodeando mi cuello en señal de que nos amamos... Será el comienzo de todo, el principio del cosmos y eterna cofradía de tus alegrías con mis anhelos.
Hay mucho frenos que te detienen, yo lo entiendo, lo razono, mas mi corazón siente que es más lo que se pierde mientras no estemos los dos juntos, de la mano cruzando esa misma avenida. Recorrer otra vez esos caminos, tu tomando mi brazo mientras me platicas tus historias y lo mucho que me has extrañado, y yo guardando tu seguridad con mi compañía, contemplando tu perfil de princesa y de la cual me rindo completamente amando tu belleza. Llegar al bulevar y no dejarnos jamás, hasta que vivamos la mejor de los cuentos de novela... Y cuando eso haya pasado, en las siguientes diez mil vidas acompañarte y encontrarte siempre y continuamente, pues amor de mi vida, tu eres mi otra mitad y yo soy tu alma eterna, que eso no lo dude tu corazón... Tu eres Sol y yo soy Luna!
Héctor Eduardo.
Te juro por mi y mi vida, que si te llego a dar un abrazo, con todo esto que te extraño, te desarmo por completo... Te amo.
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