Y otra vez volví a soñar contigo. Entonces entiendo por qué es que tu casi no tienes sueños, la razón es simple, es debido a que te abandonas a ti misma para acudir a mis sueños, mientras estás acá, no estás allá, un acto de traición de tu subconsciente que busca para ti la máxima felicidad. Sin embargo, no puede prender el aviso de sus salidas, por lo cual, opta por convertir tus noches en un plácido descanso sin nada que te altere o que interrumpa tu tranquilidad a la hora de dormir.
Es curioso cómo tu propio sueño escapa del borde de tus dominios, cómo se las ingenia para saltar la barda que sabe no debe rebasar, para acudir a mi encuentro por las noches. El punto es que tu sueño fugitivo es siempre bien recibido en los míos, porque aquí se le da confort, se le da tiempo, se le presta atención y siempre se le desea que permanezca hasta incluso, por qué no, después del amanecer... Nos hacemos cómplices de encubrimiento, porque no entregamos testimonio de que tu sueño es convicto de tus noches, y así nos fusionamos como los mejores secuaces del amor bien organizado... Disfrutando las noches en el plano de mis universos paralelos, y por los días, tus sueños simulan su inexistencia para que no extrañes la rareza de alguno de ellos.
Tienes sueños fugitivos, eso sin dudarlo, ellos acuden a mi llamado, son voraces en todo lo que emprendemos, porque en ellos te he hecho el amor de mil maneras distintas, has sido mía de los pies a la cabeza una y otra vez, también hemos reído y llorado, viajado y envejecidos siempre juntos, de la mano, tenido descendencia y vuelto a enamorarnos como la primera vez cuando te besé... En ellos hemos vivido apenas algunas vidas, de las mil que prometí que siempre viviría contigo, ya sea aquí o ahí...
Héctor.
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