Encuentro tan lejano aquel beso en mis labios, aquella mirada pura tan llana y tan vasta... Como un manantial sumergido en tu sonrisa, como un estrellado cielo amaneciendo en tus ocasos... Como mi silencio gritando en las fiestas de tus tristezas.
Mi inspiración surge con el clavel de tus finas manos, aquellas que tanto andaba yo rozando y solo quedo con el rezo de tomarlas entre mis dedos y besarlas como señal de mi alabanza y tributo a tu cielo. Cuándo fue que apareciste en mi vida, y no sé cuándo fue que te escapaste de la misma, cuándo fue que te busque cual fugitiva y que te perdiste por completo de mis días....
Mientras tanto me sumerjo en el Viejo Edredón a seguir soñando con las pinceladas mágicas de un porvenir contigo, carnaval de mi dicha y explosión de los tiempos de mis idilios... Un Sol tengo por regalo, es el Sol de tu sonrisa grabada en piedra, y el compás de tus movimientos en el viejo retrato, con ellos logro converger al mar con el fuego y a la tierra con el firmamento, todo en un núcleo de sensaciones, dedicadas a tus hermosas facciones, dedicadas a tus hermosos ojos de caoba y aderezados de azul de mar... Y me quedo escribiendo al infinito, contemplando tus ojos bonitos en el final del cuento que no tiene cuento y no tiene final.
Héctor.
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