Wednesday, February 10, 2016

Nuestras Prisiones.

Todo este tiempo he pensado que mi corazón sufre a razón del amor que duele noche y día... Pienso mucho en la paridad que existió entre los dos, y me reencuentro que solo fue mi ilusión. El amor nos arrancó tantas alegrías, tanta dulzura con tu compañía, tantos futuros que se estrellaron con mi fantástica imaginación... Ningún consuelo puede cubrir mi cada vez más lejano sentimiento, tanto temí que llegara este momento, y hoy me encuentro ya prisionero en la cripta del destierro, en proceso de descomposición de mis sentimientos, extenuado del corazón y fatigado de respirar el aire en que no respiras más...

En el encierro de la catacumba de mis días, devuelvo el cambio que me sobró ante la vida, regreso mi poesía y mis prosas mal sonadas, regreso los recuerdos de tu mirada divina y tu sonrisa magnífica. En este cautiverio de aire húmedo y terribles sombras con tus misterios, entierro para siempre cualquier evidencia que te señale como causante de mis más bellos sentires, como la presunta culpable de mis pasajes más hermosos de felicidad, pero también como involucrada directa en la oscuridad de esta celda en que me desvivo con cada día que vivo en la oscuridad.

En la prisión de mi retiro, te encuentro cada vez más en el encierro de tu realidad. Me cautivo de tristeza y sentimiento de que aun permanezcas lejana, sin la posibilidad de encontrarnos, con la casi total probabilidad de no sabernos nunca, que has elegido el hermetismo de nuestras distancias a la felicidad de vivirnos, de amarnos y tenernos...

Vivimos en prisiones distintas, vivimos en la orfandad de nuestra solidaría compañía... Morimos cada quien en su propia agonía, desfallecemos de falta de nutrientes y energía que nos entrega nuestra mutua compañía... Probablemente creyendo tú tu felicidad absoluta, probablemente yo, creyéndome la tristeza absoluta. La realidad es que en nuestras prisiones, nos hacemos falta para allanar esta vida transitoria en donde solo es la preparación del camino de la felicidad, pero ésta solo se conocerá, sin el drama de nuestra separación y con la alegría de nuestro concilio y la bendición de estar siempre juntos, en unión y con todo el amor del mundo... Para los dos.

Héctor.

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