Creía que yo fui quien te encontró aquel día, la realidad fue que tu me sorprendiste por completo y enajenaste mi conciencia, haciendo de mi ser, un apego a tu ser. Es algo que no se ve, pero se siente en el aire, en el viento, en las ventiscas de la rebeldía que se forja a partir de tu marcha, a partir de saberte lejana, y en cierto punto, diluida.
¿Qué sería de los dos, a estas alturas de este episodio de nuestras vidas, si hubieras hecho de mis brazos tu cabaña? ¿Cuántas alegrías tuviéramos ya escritas en nuestra historia de singular armonía? No existirían estas palabras vertidas, tampoco mi mirada ida, y mi vocal de letanía... No estaba preparado el mundo, el mundo no se ha preparado para soportar la carga tan resistente de tanto amor que te tengo, es por ello que me ha alejado de tus labios, que me ha escaldado de tus caricias y me mantiene a raya, lejos y en cautiverio. El mundo colapsaría en caso fortuito o designado de tu amor correspondiendo a mi vida, el mundo se derrumbaría porque se eliminaría la tristeza de su habitual compañía... No somos para el mundo, el mundo se ha acobardado de concedernos un espacio, un momento en que podamos refugiar mis deseos en tus anhelos, en que con una lágrima tuya, seques una lágrima mía, en que un suspiro tuyo, sea la señal que me da la vida y en que una risa tuya, provoque mil sonrisas mías.
El mundo se ha apartado por completo, en su algoritmo de lógica y edictos de plástico, nos ha jugado una treta de cobardes intenciones, nos ha puesto en el opuesto de tus alcances y en el mismo bando de los sentimientos, huyendo sin saber en dónde nos hemos acomodado. Me ha dejado con el deseo de volver a besar tus labios de carmín, de diluir con cada beso mío tu labial exquisito, de darle pequeños mordiscos a tus comisuras mientras respiro tu aliento y tú recibes mi alma en un suspiro... No pararía de morder tus labios, y un poco más. Si el mundo nos permitiese volver a hallarnos, si el mundo nos concediera un solo momento, yo lo haría mil años, convirtiendo tu vida y tus días, en toda una colección de alegrías y felicidad, de tanto amor que tengo para regalarte y llevarte conmigo, hasta la eternidad...
Héctor.
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