Reza el refrán que "A veces, cuando un ser amado falta, el mundo entero parece despoblado"... Más precisa no puede ser dicha sentencia. Desde tu partida no hago más que sentirme solo en un llano sin nada más que tu recuerdo que fragua apariciones constantes, apariciones que me dejan ebrio de tu lejanía.
Me mentalizo en que este lapso, el de tu retiro, estoy sobrellevándolo fácilmente, porque cada vez es más lejano el día en que nos vimos por última ocasión, pero cada día es más cercano a cuando te volveré a ver, en esencia, se facilita asumir este papel de guardián de tu bahía y confinar cada brisa salina del mar, en la espera de tu llegada, en la espera de dejar de esperarte.
Guarda el germen de mi persona, un granito de arroz en tu corazón, y cuando te sientas con ganas de amar, busca el susurro de tu nombre en mi voz, en la voz que sigue en tu corazón... Solo te encuentras fuera de mi vista, porque siempre estás en mis pensamientos, en mi mente y en mis sentimientos... También en mi corazón.
He derramado muchas lágrimas en la tristeza de no saberte, es el llanto de extrañarte a mi lado... Solo una de mis lágrimas la he vertido en el océano, cuando la encuentres, ese día dejaré de extrañarte, porque habrás encontrado el rastro de mi llanto, el cual es de agradecimiento a tu tiempo, a tu existencia, a tus ojos que me hayan observado... Rastréala, encuéntrala y encontrarás la felicidad... Me encontrarás
Héctor.
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