Calculando cada milímetro de tu cuerpo... Ofuscado quedo en la entramada red de tu cabello que resbala como cascada en tus rulos y que salpica en tus mejillas. Cuento peca por peca, la selva de tus pecas que se anidan en tu nariz, con cause y ritual sagrado en tu hermoso perfil, cual curvado menguante de luna creciente, cual tenue y pálida luz de luna que enamora mis suspiros.
Abriendo camino con el conteo de tus cualidades, encuentro un desliz en el grosor de cada uno de tus labios, examino su asimétrica simetría e intuyo que es de la hinchazón de tantos besos que han concedido, explorando la tibieza de su interior, el calor que estalla cuando se ve inmerso en el suspiro de que se le robe un poco de todo su aliento hasta alcanzar el climax con uno de sus gemidos... En tus dos hermosos lóbulos, que cuelgan como péndulos de marcan el compás de mis minutos en que te admiro y te idolatro, en ellos susurro palabras de amor quedas, como seduciendo a las estrellas, como cautivando a las luciérnagas y enamorándote con palabras hermosas de amor.
Recorriendo con la yema de mis dedos, escruto la tersa suavidad de tus mejillas, quedo en perplejidad ante tal recorrido, ante tal camino sinuoso y cautivo, como allanando la playa en plena mañana, como siguiendo el profundo horizonte sin encontrar su inicio y su final, todo ello en tu cara, en la cual no pierdo camino.
Encuentro la equivalencia entre la suma de tus facciones, tan bellas y preciosas, con el destello de mis carencias buscando en ellas, su refugio y su guarida... Conteo de perfección omniosa, conteo de estructuras cinceladas con precisión de escultura de granito y mármol... En tu cara encuentro la arquitectura divina, de la perfección absoluta y de los deseos vivientes en mi, que tengo reservados, para nuestro amanecer...
Héctor.
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