Monday, February 29, 2016

Calamidad Primaria.

Ya no escribiré más poesía, y no podrá volver su rostro hacía el lado opuesto de mis escalofriantes rimas, ni podrá conversar con mis ritmos de palabras, solo contará de quien le regalaba ofrendas de lealtad y alguna que otra cosa rara, como una bufanda desgastada.

Me desdibujo en la torrencial neblina de esta mañana, pensando que mis actos son de buena voluntad, pero que no he pensado en nada que no sea en su calmado andar, tan quedo, tan pausado, como ganándole el respiro al tiempo, al segundo que llega en el tormento de la soledad.

Y es cuando creo que siempre está pensando en lo que no pienso para pensar que pensé en ella, y vuelvo al origen de la calamidad primaria, de pensar en ella, luciría más sencillo, un vestido engalanando su presencia, con un acto de vida en las muertes nocturnas que confronto para renacer con las mañanas, recordando su mirada, acompañarme en las noches y descubrirle que solo es mi almohada... Porque pensarle es remover las entrañas, es expulsar las víceras de la angustia de que puede ser que exista, pero yo confronte negación de olvidarle y siempre pensar el rumbo de sus escualidos pasos.

Mejor retomaré la lira,  tensando las cuerdas de mis emociones con rozar su rostro, y contribuir un poco más a que no me nombre, agregando unos centavos a la discordia de que aparente, de que disimule que no le escribo, olvidando que en la esquina de su casa, me dejó alguna vez... Y no le pensaré, y tanto no le pensaré, que le pienso en este momento, y me vuelvo, para escribir otra vez.

Héctor.

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