Me gusta pensar en ti, desde que pienso... Qué atinada forma de comenzar unas líneas más, porque el derroche de placer, el gusto de saborear al dolor y la paz que da la inquietud de los segundos, de cada minuto que pasa, es pensar en ti, saber que mis conexiones neuronales tienen un contrato de exclusividad delineado únicamente con la estampa de tus nombres, con la hermosa cofradía de unirte en concepto y realidad, en recuerdo, teoría y futura posibilidad... De pensar en ti.
Pienso en ti, cuando ayuno antes de amanecer, antes de siquiera haber cruzado el umbral del primer pensamiento, lo primero que surge de mi mente es pensar en ti, es pensar como si estuvieras aquí, es pensar que estás allá, pero en realidad sigues aquí, conmigo; pensando en ti, logro crear senderos escritos, logro combatir el fuego que me calcina y derrumbar cualquier complejo de distancia y lejanía; pensando en ti, descubro de nueva cuenta el sazón de tus labios y tu paladar en mi boca, ese exquisito manjar que cuando probé terminé de desayunar.
Pienso en ti, a todas horas, en todo rincón y en toda situación, como validando la teoría aquella, la de la obsesión, pero solo con el proceso empírico de conceptuar tu menguada figura a contra luz del sol, yo encandilado y tu en retirada, a pasos veloces, a marchas forzadas, y aun así, sigo pensando en ti. Pienso en ti, cuando hablo, cuando río, cuando pateo un balón, cuando escribo, cuando me doy un pellizco para saber que estoy vivo, cuando rasco ese granito que dejó el mosquito, que saboreó un poco de mi interior, ese mosco se llevó un trozo de mi pensar en ti, y se lo llevó, mosco, devuélveme a mi amada, pues en esa ligera gota ella se encuentra pensada y adorada... Se la llevó, y se llevó su pensamiento, se lo llevó.
Pienso en ti todo el tiempo, es un arte de saberte, llenarme de tu aire, sentarme en el sofá a escribirte y soñar que me respondes con líneas y miradas; pensarte es descolgarte la luna y envolverla en papel celofán para regalarte un trocito de ella cada que te sientas mal, para que te des un respiro de luna y cubras las estrellitas en el cielo con tu luz y tu tenue tranquilidad, de esa forma puedo seguir pensando en que alguna vez, aunque fuere un poco fui amado por ti, mi luna, mi sol, mi cielo, mi viento, mi Mar....
Pienso en ti y me gusta pensar en ti, desde que pienso de verdad es que pienso en ti, solo en ti, solo en tus cabellos, en tus ojos, en tus gafas, en tu nariz, en tus oídos, en tu cintura, en tus besos, en tus manos, en tus pechos, en tus piernas, en tus muslos y un poquito arriba más... Pero más que en todo lo anterior, pienso mucho en tu espiritualidad, en tu esencia y en el vacío que deja tu silueta que no aparece en mi puerta y me deja con el bombeo de la sangre sin presión para articularme la vida, y pienso aun más en la falta que me haces para ser feliz, mi amor, mi amada en la que me encuentro alejado de tu corazón...
Héctor.
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