Bien dice el adagio "La parte más difícil de la distancia es no saber si te está echando de menos o si te está olvidando"... Y lo que más se teme es que ese sea mi talón de Aquiles, que comience a olvidar, a dar signos de desavenencias mentales, de pequeñas lagunas que la borren de mis sentidos... Aunque jamás podré olvidar sus besos y sus hermosos ojos, chiquititos, redondos y encobrecidos.
Nada es para siempre, ni la felicidad, mucho menos la desdicha, todo está en constante movimiento, en un cambio perpetuo. Lo que hoy es probablemente un pesar, quizás mañana sea solo un recuerdo de algo que vive en el interior de mi, de mis sentidos, de mis pensamientos... Pensamientos, ¿Pensar? No he hecho nada más que pensar; sin trasladar al plano real lo que retóricamente vive estrangulando mi pasado y mi presente ¿Cómo es posible pensar tanto sin actuar? ¿Cómo puedo dejar pasar a quien es el amor de mi vida, así como una ráfaga de viento, sin siquiera pestañear y alzarle la mirada para vernos a los ojos una vez más? ¿Cómo puede mi cobardía solo pensarla, una y otra vez, sin notar que gradualmente, su rostro se diluye de mi mente? ¿Cómo puedo dejarla de pensar, si mi pensamiento lleva siempre su nombre y me duele?
No sé, ando en proceso de renovar las ideas, de renovar los sentidos, de apuntar la brújula lo más alto que se pueda, para estar a la altura de sus sueños, alcanzarlos, desprenderlos y hacer un concierto de sorpresas en su vida, de renombrarla con atributos de gardenia, con estrellas de sacra hermosura... Con la sentencia en mi vida que de ella es, que a ella le pertenece y que perdurando por los años, y lo más difícil de la distancia, nunca podré, jamás olvidarla...
Héctor.
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