Ahora que no sé nada de ti, que no sé a quién darle estas cartas, me enfrento a este camino bifurcado y no sé elegir entre la agonía de esperarte y el oscuro sendero de olvidarte.
Mas eres algo grande palpitando en mis adentros, un acorde irrepetible vibrando en las cuerdas de mi corazón, sangre tibia galopando el bosque encantado de mi pecho. Cómo podría matar este amor por ti sin morirme yo mismo, cómo podría si mi amor por ti está anclado al ideal más grande que hay en mí, el del amor verdadero.
Abrigo la esperanza de encontrarte y que no me hayas olvidado... Aunque hoy, simplemente me instruyeras no hacerte caso e ignorarte como si nunca hubieras pasado.
Thursday, November 30, 2017
Thursday, October 26, 2017
Sensación Real
Otra vez apareciste nocturna, como deambulando mi consciencia y peregrinando a mi nostálgico corazón... Mar, no tienes idea de cuánto te echo de menos, dividiste mi vida en antes de ti y después de ti; a pesar de las diferencias, a pesar de estar a años luz de distancia, te añoro a mi lado, como aquella vez, para amarte, adorarte y ser el complemento de esta incompleta vida...
Estuviste en la escena central de mis idilios, protagonista de mi vista cuando tuve cerrados los parpados, en mi noche, en esos recorridos rodeados de girasol, con guirnaldas y azucenas, evocando mis tristes primaveras, acompañado de una taza tibia de té; sentado, matizando tu hermoso rostro, cubierto de esas gafas que tanto amo, de esos pómulos rojizos, evadiendo mi mirada, perpetuando esta distancia que me sofoca y me asfixia, de saberte absoluta y quizás finita, alejada de mis realidades, enclaustrada de mis vanidades ¡Oh Mar! ¿En qué punto nos encontramos y nos dijimos adiós? ¿En qué momento fue cuando tuvimos el cielo para los dos y lo cambiamos para no volvernos a ver? ¿Cómo fue que te encontré a mi lado, supe que eres lo que siempre esperé y ni siquiera un poco por ti luché? Si hay cosas de las que me arrepiento, de la que más, es el haber cambiado mis días de ti, por tus noches en mis sueños... Con esta sensación tan real de tenerte en mi camino, recorriendo los mismos pasos, recorriendo llanos y buscando tu mirada... encontrándome sin nada.
En mis sueños, sé que no estás conmigo, en un plano de realidad, sé que estoy en un escenario sub real, pero te encuentro y platicamos, y nos reímos, y te digo cosas sin sentido, y nos tomamos de la mano o nos enojamos, paseamos juntos, no solo en un auto, conocemos cosas de los dos, recordamos aquellas crepas saladas o tus soliloquios llenos de concentración, y volvemos a reír, y te recuerdo como si estuvieras aquí, que siempre vives en mi, que no hay día que no piense en ti, que no existe un ayuno o un desvelo en que tu nombre no cruce por mi mente y me conforto de saberte, que en otro momento o en otro tiempo estamos unidos, cercano yo a tu rostro para darte un beso o recorrer con mis manos tus mejillas mientras contemplo en tus ojos todo un cielo... Y despierto, cuando llega el timbre que avisa que de nuevo comencemos, pero me quedo con esta sensación tan real de que lo vivido no fue solo un sueño, fue una conexión que tuvimos, a pesar de todo este tiempo, y entonces dentro del grado monumental de mi nostalgia, sonrío, emito un dejo de dicha de saber que alguna vez tuve el honor de conocerte y que vivo esperando para ti.
Héctor Eduardo.
Estuviste en la escena central de mis idilios, protagonista de mi vista cuando tuve cerrados los parpados, en mi noche, en esos recorridos rodeados de girasol, con guirnaldas y azucenas, evocando mis tristes primaveras, acompañado de una taza tibia de té; sentado, matizando tu hermoso rostro, cubierto de esas gafas que tanto amo, de esos pómulos rojizos, evadiendo mi mirada, perpetuando esta distancia que me sofoca y me asfixia, de saberte absoluta y quizás finita, alejada de mis realidades, enclaustrada de mis vanidades ¡Oh Mar! ¿En qué punto nos encontramos y nos dijimos adiós? ¿En qué momento fue cuando tuvimos el cielo para los dos y lo cambiamos para no volvernos a ver? ¿Cómo fue que te encontré a mi lado, supe que eres lo que siempre esperé y ni siquiera un poco por ti luché? Si hay cosas de las que me arrepiento, de la que más, es el haber cambiado mis días de ti, por tus noches en mis sueños... Con esta sensación tan real de tenerte en mi camino, recorriendo los mismos pasos, recorriendo llanos y buscando tu mirada... encontrándome sin nada.
En mis sueños, sé que no estás conmigo, en un plano de realidad, sé que estoy en un escenario sub real, pero te encuentro y platicamos, y nos reímos, y te digo cosas sin sentido, y nos tomamos de la mano o nos enojamos, paseamos juntos, no solo en un auto, conocemos cosas de los dos, recordamos aquellas crepas saladas o tus soliloquios llenos de concentración, y volvemos a reír, y te recuerdo como si estuvieras aquí, que siempre vives en mi, que no hay día que no piense en ti, que no existe un ayuno o un desvelo en que tu nombre no cruce por mi mente y me conforto de saberte, que en otro momento o en otro tiempo estamos unidos, cercano yo a tu rostro para darte un beso o recorrer con mis manos tus mejillas mientras contemplo en tus ojos todo un cielo... Y despierto, cuando llega el timbre que avisa que de nuevo comencemos, pero me quedo con esta sensación tan real de que lo vivido no fue solo un sueño, fue una conexión que tuvimos, a pesar de todo este tiempo, y entonces dentro del grado monumental de mi nostalgia, sonrío, emito un dejo de dicha de saber que alguna vez tuve el honor de conocerte y que vivo esperando para ti.
Héctor Eduardo.
Friday, October 20, 2017
Veinte de Octubre
Hoy que es veinte de octubre, amaneció lluvioso, con un cierto dejo de frescura en el clima, con posibilidades de chubascos aislados por la tarde y quizás, solo quizás así, los loros dejen de cantar en su mango desgastado por el tiempo... Terminando con mi reporte del clima, me percato de la soledad que enfrenta mi alma, pues somos dueños materiales de las cosas que portamos, como las prendas de moda, el video juego, la sudadera predilecta, la bufanda con aroma de recuerdos, o quizás algún gorro que nos percate de aquella navidad en que esmeré tu felicidad, solo trayendo infelicidad... Somos dueños sin serlo, porque poseemos lo material, incluso de nuestro armazón de huesos y articulaciones llamados cuerpos, sin embargo, nuestras almas, nuestros espíritus y pensamientos, nuestros anhelos y suspiros son totalmente a campo abierto, y es ahí donde entras tú, es ahí donde nos pertenecemos, es donde aprieto tu mano, sin ser mano (¿olvidas que somos espíritus? y los espíritus no tienen manos), y te ofrendo un tributo de amor, amándote sin cesar como te amo hoy, más aun que desde la primera vez que te vi, más aun que en el infinito del tiempo pudiera alguien amar, aun sin ser amado, porque debes saberlo, tanto te amo, a raudales, sin confines, que se desborda dicho amor y me sobra para poner tu parte y devolverme el amor a mi.
Hoy es veinte de octubre, justo a un mes de celebrar tu onomástico, de saberte existente y que respiras y que estás más bella que nunca, que eres toda una mujer, con porte y personalidad, tan bella y sensual como siempre; tirito de nostalgia, de saber que esos labios gruesos y esos ojos chiquitos los sigo venerando y con la esperanza que encuentres el sendero que algún día te guíe a mi, a mis pasos y a mis presentes, excluyéndote de mis recuerdos y forjando los futuros noviembres a tu lado entero... Princesa de mis sueños, mar en mis estrellas del firmamento, no sé si deba felicitarte ese veinte de noviembre o pasar de largo esperando que esperes que yo deba esperar y entonces felicitarte para que te des cuenta que siempre te he esperado, que no pasa un minuto en el día, un solo chirriar de la nocturna madrugada, un espasmo de aire en mis pulmones o un momento en la manecilla del reloj en mi muñeca, en que no te dedique un anhelo, en que no piense qué será de tu mundo, si alguna vez piensas en mi y en mis desenfrenos; en recordarte cual majestuosa e implorar por tu pronta palabra, aunque sea lejana, aunque sea queda pero que salga del alma...
Hoy es veinte de octubre ¿qué hacer el veinte del siguiente, cuando tengo todo por hacer y nada que tu puedas ver?
Héctor Eduardo.
Hoy es veinte de octubre, justo a un mes de celebrar tu onomástico, de saberte existente y que respiras y que estás más bella que nunca, que eres toda una mujer, con porte y personalidad, tan bella y sensual como siempre; tirito de nostalgia, de saber que esos labios gruesos y esos ojos chiquitos los sigo venerando y con la esperanza que encuentres el sendero que algún día te guíe a mi, a mis pasos y a mis presentes, excluyéndote de mis recuerdos y forjando los futuros noviembres a tu lado entero... Princesa de mis sueños, mar en mis estrellas del firmamento, no sé si deba felicitarte ese veinte de noviembre o pasar de largo esperando que esperes que yo deba esperar y entonces felicitarte para que te des cuenta que siempre te he esperado, que no pasa un minuto en el día, un solo chirriar de la nocturna madrugada, un espasmo de aire en mis pulmones o un momento en la manecilla del reloj en mi muñeca, en que no te dedique un anhelo, en que no piense qué será de tu mundo, si alguna vez piensas en mi y en mis desenfrenos; en recordarte cual majestuosa e implorar por tu pronta palabra, aunque sea lejana, aunque sea queda pero que salga del alma...
Hoy es veinte de octubre ¿qué hacer el veinte del siguiente, cuando tengo todo por hacer y nada que tu puedas ver?
Héctor Eduardo.
Friday, September 01, 2017
Mar Abierto...
Se ha derretido la goma de las zuelas de mis zapatos, estamos rondando los cuarenta grados; el calor atraviesa cada poro humedecido de mi piel, mis índices de electrolitos a punto de sucumbir, y mis labios lucen blancos de tanto allanar al polvo que hay por doquier... Comparado con esto, sumergirme en el mar de tus recuerdos me da vida en medio de la nada, empapa de emociones al frío de esta primavera de verano, cubre de magia transpirar cada uno de tus vellos erizados de la emoción y la excitación cuando los besos aquella vez, y de oxígeno puro con el agetreado respirar de tus pechos, siendo abrazados al compás de mis labios y tu deseos... Vivo en un mar abierto, rondando miles de posibilidades de volverte a mi, de interrumpir la felicidad que crees vivida, pero olvidando que conmigo amaste con intensidad y pasión, con cuerpo y alma, con lujuria desmedida, pero atada a quien siempre te verá como la princesa en este cuento de hadas terminado hace más de muchas semanas.
Héctor Eduardo.
Héctor Eduardo.
Thursday, July 13, 2017
Pensar En Ti...
Pensar en ti... En verano, en invierno o primavera, da lo mismo, estoy pensando en ti, ni la eternidad es suficiente tiempo para dejar de pensar en ti, en recordar tu figura de mujer hermosa, con alma de niña y sonrisa pícara y provocadora, un cóctel de tentaciones, un aperitivo a la felicidad y un postre a la vida... Pensar en ti, oh si, pensar en ti, como pienso en este preciso momento en ti... Mi tan pausada y oleada Mar.
Así, hasta morir, me encanta amarte así, sin palpitar, sin dudar y sin cuestionar, amarte en cada pensamiento que tengo en ti, pensando en tus pensamientos, en tus ilusiones y en tus sueños, pensando que cuando te amo, doy formas al viento, doy oxígeno a mis pensamientos y construyo castillos de hielo... Pensar en ti es una angustia que gusta, es hacer lo mismo, siempre, improvisando cada momento que da una rutina cíclica, que nos envuelve en la felicidad de estar triste, en el día a día de estar dormido, sumergido aun en tus pechos, en tus pequeños, pero hermosos pechos, como de porcelana, como de cuarzo y diamante, retadores y apetecibles, voraces y seductores... Pensar en ti y en tus pechos me vuelve loco, me calma en la coherencia de una locura, me transporta al presente y al pasado... Pensar en ti... En ti.
Es un placer pensarte, que vivas a mi lado, inmaterial pero con vida, silenciosa pero con la fiesta de tu alegría, como desvelo por la mañana, como calma por la noche; como un estornudo de paz y armonía, como un consuelo sin sosiego... Pensar en ti es no tener visión, pero no estar ciego, es escucharte hablar cada mañana, pensar en ti es un absurdo, es un matiz que da lo incierto... Pensar en ti es la embajada de tus rasgos en mi cerebro, es también haberte odiado algunas veces, pensar en ti es la antesala a mi cielo, sin siquiera sepas que aun existo, pensar en ti es lo que me queda de un recuerdo, para vivir... contigo; cuando aun no estés conmigo... Mar.
Héctor Eduardo.
Así, hasta morir, me encanta amarte así, sin palpitar, sin dudar y sin cuestionar, amarte en cada pensamiento que tengo en ti, pensando en tus pensamientos, en tus ilusiones y en tus sueños, pensando que cuando te amo, doy formas al viento, doy oxígeno a mis pensamientos y construyo castillos de hielo... Pensar en ti es una angustia que gusta, es hacer lo mismo, siempre, improvisando cada momento que da una rutina cíclica, que nos envuelve en la felicidad de estar triste, en el día a día de estar dormido, sumergido aun en tus pechos, en tus pequeños, pero hermosos pechos, como de porcelana, como de cuarzo y diamante, retadores y apetecibles, voraces y seductores... Pensar en ti y en tus pechos me vuelve loco, me calma en la coherencia de una locura, me transporta al presente y al pasado... Pensar en ti... En ti.
Es un placer pensarte, que vivas a mi lado, inmaterial pero con vida, silenciosa pero con la fiesta de tu alegría, como desvelo por la mañana, como calma por la noche; como un estornudo de paz y armonía, como un consuelo sin sosiego... Pensar en ti es no tener visión, pero no estar ciego, es escucharte hablar cada mañana, pensar en ti es un absurdo, es un matiz que da lo incierto... Pensar en ti es la embajada de tus rasgos en mi cerebro, es también haberte odiado algunas veces, pensar en ti es la antesala a mi cielo, sin siquiera sepas que aun existo, pensar en ti es lo que me queda de un recuerdo, para vivir... contigo; cuando aun no estés conmigo... Mar.
Héctor Eduardo.
Wednesday, June 28, 2017
Síndrome de Abstinencia...
Los píes me tiemblan, tengo mucho frío y no puedo dejar de alucinarla... Esta jaqueca crónica que se siente en mi pecho, explaya la crisis de identidad y de sosiego que vivo sufriendo desde su adiós, sin siquiera escucharle un "te quiero", me quedé con la lacena vacía de recuerdos y el botiquín expuesto sin remedios, solo la agonía de vivir de aquella noche, todas las noches.
El sudor que recorre mi cuello, expulsa el rastro de sus besos, el temblor que mis manos sienten es por la ausencia de rozar sus cabellos, y las interrupciones a mis sueños, producto de recordar que no la tengo... Estoy en rehabilitación por dejarla, estoy en negación por ya no mirarla, como en aquellas mañanas, como en aquellas tardes cuando se marchaba, pensativa y contenta, permisiva y compasiva, cual endorfina a mi vida, como un Valium a las tristezas o adrenalina a mi parca existencia... Muero la vida de una abstención, de un freno compulso de buscarle y no le busco, de ir corriendo a la glorieta y gritarle cuanto la quiero, y cuánto la querré, pero gritarle estando mudo, sin palabras ya que no me sobra el aliento, de mostrarle mis cicatrices secas, pues este malestar me ha pegado duro, pensando en cada una de sus pecas, en cada uno de sus rasgos que la hacen ella, que la forjan cual princesa en mi cuento, cual narcótico que en realidad no es mas que un placebo, pues aun continúo en medio de ese surco que son sus ojos, sus gafas y sus besos... No, no me engaño, este síndrome de abstinencia, no es otra cosa, que esperar que la terapia termine, para volver a diluirme en mis sueños, y tenerla para siempre y por entero, hasta que pase de nueva cuenta el efecto.
Héctor Eduardo.
El sudor que recorre mi cuello, expulsa el rastro de sus besos, el temblor que mis manos sienten es por la ausencia de rozar sus cabellos, y las interrupciones a mis sueños, producto de recordar que no la tengo... Estoy en rehabilitación por dejarla, estoy en negación por ya no mirarla, como en aquellas mañanas, como en aquellas tardes cuando se marchaba, pensativa y contenta, permisiva y compasiva, cual endorfina a mi vida, como un Valium a las tristezas o adrenalina a mi parca existencia... Muero la vida de una abstención, de un freno compulso de buscarle y no le busco, de ir corriendo a la glorieta y gritarle cuanto la quiero, y cuánto la querré, pero gritarle estando mudo, sin palabras ya que no me sobra el aliento, de mostrarle mis cicatrices secas, pues este malestar me ha pegado duro, pensando en cada una de sus pecas, en cada uno de sus rasgos que la hacen ella, que la forjan cual princesa en mi cuento, cual narcótico que en realidad no es mas que un placebo, pues aun continúo en medio de ese surco que son sus ojos, sus gafas y sus besos... No, no me engaño, este síndrome de abstinencia, no es otra cosa, que esperar que la terapia termine, para volver a diluirme en mis sueños, y tenerla para siempre y por entero, hasta que pase de nueva cuenta el efecto.
Héctor Eduardo.
Monday, June 26, 2017
A Diecisiete Meses Desde tu Partida. (Post Data)
... Comienzo mi historia con suspensivos que delatan el atropello del tiempo a tu recuerdo. Eres cual estrella fugaz en mi vida; efímera y abundante, brillante e incandescente, única e irreemplazable...
Han pasado, no sé, diecisiete meses desde tu partida, desde aquel enero ocho cuando la pluma del reloj marcaba las catorce, en la esquina de tu hogar, nos despedimos, con un sólido abrazo, pero con mi corazón herido y el buche lleno de palabras por decir; quedándonos, tú con una bufanda con mi entonces fragancia y yo con una carta de tu puño y letra a medio escribir. Coincidí con la vida que debimos darnos el tiempo y la dilatada distancia que jamás ha cesado; comprendí que estás en el punto culminante de tus sueños y si estoy en ellos soy la pesadilla que los rasga, dejando jirones embelesados de pena, perjurio de incertidumbre y enredos, como espaguetti entramando malas maneras. Me percaté que lo que siento en el pecho es para toda la vida, y que toda la vida no es nada si no te tengo aquí en mi pecho. Y hoy, a diecisiete meses después, desde aquel enero ocho cuando en la esquina de tu hogar nos despedimos, me doy cuenta que fue exactamente en ese momento, por las dos de la tarde, con el día seminublado, el acarreo de los coches andando y el bullicio de la vida cristalizado en el asfalto, me doy cuenta, que en ese instante, fue justamente cuando nos conocimos...
Porque cambiaste la historia de mi vida, mi tiempo, mi ritmo y mi todo, porque dejé el protagónico de esta fábula de novela vieja y me convertí al antagónico y estridéntico folclor de mis emociones que son todas para ti; que he bajado la barriga y que ya no sigo mis pasos, sino los utópicos andares por donde quizás tú transites, dichosa y plena, convencida de mi lejanía, apegada al tiempo que marcaste fuera de nuestras vidas. Nos conocimos a la distancia y sin vernos, aprendí a amarte en veneración y suspenso, en credo y arrepentimiento, con la dosis justa de la morfina de tu sonrisa y con la inyección de ánimo que me da saberte viva. Te conocí como conozco al viento, como conozco la estación de radio que dejaste sonando en el estéreo, como tu predilección por los dramas de Otello, y por saber que no es conmigo con quien disfrutas un beso.
En ese mágico momento, el de nuestra despedida, comenzó la cuenta regresiva, inició el clic clac del reloj que nos apunta un día a volver nuestra mirada al alma y juntar nuestra vida, que a pesar de no verte, te veo, que a pesar de no oírte, te escucho y al cabo de las tres en adelante, todos los días, siempre te pienso, siempre te sonrío y comienzo mi algarabía dedicada a ti y a tus recuerdos; figurando que te hago el amor como nunca lo hicimos, te obsequio por completo la eternidad en un menú de caricias y besos, te enseño mi corazón al descubierto, y te concedo todos tus deseos.
... He cambiado de empleo, he cambiado de vicios etéreos, he diseñado mi vida a esperarte por entero, a jugarle al adivino gurú, y restaurar a la felicidad como inquilina y anfitriona en la fiesta de tu llegada, versando epopeyas de rimas que conjuguen tus nombres y remembran la fiesta de mi boca cuando besaba tus labios, tersos como almohadillas y suculentos como uvas tan exquisitas, como cuando acariciaba tus hermosas piernas, en una escena robada de mis fantasías, en un latifundio de pasajeras vivencias eternas, de palpo divino y lujuria perversa, cielo en cama, cama y suelo... He hilado tu listón rojo del meñique a mi esencia y si antes no le encontraba sentido a tus dilemas, hoy los siento profundos e indelebles al tiempo, que me tiñe de plateado las sienes y de arrugas mis letras...
Ya pausando mi verborrea incontinente, te ofrendo entera mi alegría, te entrego en un manojo mi fe y recaudo para la veda un poco del aliento que me da saber que un día te besé... A diecisiete meses desde tu partida, desde aquel ocho de enero, cuando el reloj dio la hora de irse a casa y terminar, no he vivido un segundo sin este pesar, y no ha pasado un segundo a pesar, pues aun estoy al lado del coche esperando por ti, y soñando que un día vas a regresar...
Héctor Eduardo.
... He cambiado de empleo, he cambiado de vicios etéreos, he diseñado mi vida a esperarte por entero, a jugarle al adivino gurú, y restaurar a la felicidad como inquilina y anfitriona en la fiesta de tu llegada, versando epopeyas de rimas que conjuguen tus nombres y remembran la fiesta de mi boca cuando besaba tus labios, tersos como almohadillas y suculentos como uvas tan exquisitas, como cuando acariciaba tus hermosas piernas, en una escena robada de mis fantasías, en un latifundio de pasajeras vivencias eternas, de palpo divino y lujuria perversa, cielo en cama, cama y suelo... He hilado tu listón rojo del meñique a mi esencia y si antes no le encontraba sentido a tus dilemas, hoy los siento profundos e indelebles al tiempo, que me tiñe de plateado las sienes y de arrugas mis letras...
Ya pausando mi verborrea incontinente, te ofrendo entera mi alegría, te entrego en un manojo mi fe y recaudo para la veda un poco del aliento que me da saber que un día te besé... A diecisiete meses desde tu partida, desde aquel ocho de enero, cuando el reloj dio la hora de irse a casa y terminar, no he vivido un segundo sin este pesar, y no ha pasado un segundo a pesar, pues aun estoy al lado del coche esperando por ti, y soñando que un día vas a regresar...
Héctor Eduardo.
Friday, June 23, 2017
Y los Meses Pasan
Volviste a ser protagonista en mi madrugada, vivimos toda una travesía y una aventura; vencimos adversidades y nos encontramos y mutuamente nos enamoramos, coincidimos la frecuencia de nuestros corazones, y empalmamos nuestras almas en un solo amor, el nuestro... En fin, solo fue sueño, pero no desfallezco, fue tan vivido, tan real y sentido que aun palpo cómo acariciaba tus piernas, como cuando aquella vez, cómo percibí tu fragancia, como aun percibo tu aroma y tu olor a azucena por la mañana, tu perfume virginal de princesa y tu brisa refrescante como océano de misterios, como Mar de mis calmas.
Han pasado muchos meses Mar, ya no distingo los días que son noches sin ti, y las noches que amanecen con tu recuerdo. Cada vez diluyo más el timbre de tu voz, con aquellas palabras emanadas de entre tus tersos labios, cuando nos despedimos, cuando nos encontramos entre millas de distancia.
Sé que pronto volverás a mis brazos, las puertas de mi amor siguen abiertas, el corazón perdura enamorado de tu dulce y omniosa persona, del suculento néctar que segregan tus besos, de la sensual bondad de tus pechos, de todas las palabras que me pronunciaste y de tu agitado respirar cuando me amaste.
Héctor Eduardo.
Han pasado muchos meses Mar, ya no distingo los días que son noches sin ti, y las noches que amanecen con tu recuerdo. Cada vez diluyo más el timbre de tu voz, con aquellas palabras emanadas de entre tus tersos labios, cuando nos despedimos, cuando nos encontramos entre millas de distancia.
Sé que pronto volverás a mis brazos, las puertas de mi amor siguen abiertas, el corazón perdura enamorado de tu dulce y omniosa persona, del suculento néctar que segregan tus besos, de la sensual bondad de tus pechos, de todas las palabras que me pronunciaste y de tu agitado respirar cuando me amaste.
Héctor Eduardo.
Friday, June 16, 2017
Es Tan Corto el Amor...
Cuando coincido con la coincidencia del recuerdo de tu rostro, es cuando fraguo mis mejores odas, todas ellas con tus nombres y apellidos, como cascadas en medio de un arroyo, como refrescante rocío en medio de la mañana... Siendo sincero, tengo reservado un velero, calculando un viaje a tu regreso, para robarme tan solo un fragmento de tu sonrisa, esa que aun guardé en mi mochila, junto a los caracoles y las deshilachadas letras que comenzaste a puño y letra, y que jamás terminaste.
Concuerdo con la premisa, de no olvidar olvidarte, sin embargo, es natural que la desmemoria nos posea, pero el sentimiento perdura, como aquella letanía de Neruda en su Poema XX, como aquel fragmento en nuestras compungidas travesías, como aquellas tardes por la avenida, como aquellos besos, como cuando alguna vez conmigo te tenía.
Surcarán mis noches por las playas de tus tristezas, ¿pensarás cuando seas feliz en mis tristezas?, siempre cruzaremos el hilo rojo de nuestro camino, vertiéremos ideas con la fragancia de nuestras caricias, con las marcas de tus finas manos, y con lo dulce de tus tersos labios... Siempre estás en mis pensamientos, siempre concedo tiempo a tu dulzura, a revivir cada minuto de aquellos segundos en la habitación de la noche del veintidós, y en verdad que la sentencia de Neruda es tan cierta y tan profética, tan condenatoria como exculposa, tan llena de verídica predicción que es un placer sufrirla y gozarla en su agonía, como señal inequívoca de que alguna vez tuve vida, de que alguna vez te quise y ya no te quiero, pero te quiero y nunca querré no quererte, te quiero y quiero no querer ya quererte, pero más te quiero aunque olvide no recordarte y entonces te quiera más... Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Héctor Eduardo.
Concuerdo con la premisa, de no olvidar olvidarte, sin embargo, es natural que la desmemoria nos posea, pero el sentimiento perdura, como aquella letanía de Neruda en su Poema XX, como aquel fragmento en nuestras compungidas travesías, como aquellas tardes por la avenida, como aquellos besos, como cuando alguna vez conmigo te tenía.
Surcarán mis noches por las playas de tus tristezas, ¿pensarás cuando seas feliz en mis tristezas?, siempre cruzaremos el hilo rojo de nuestro camino, vertiéremos ideas con la fragancia de nuestras caricias, con las marcas de tus finas manos, y con lo dulce de tus tersos labios... Siempre estás en mis pensamientos, siempre concedo tiempo a tu dulzura, a revivir cada minuto de aquellos segundos en la habitación de la noche del veintidós, y en verdad que la sentencia de Neruda es tan cierta y tan profética, tan condenatoria como exculposa, tan llena de verídica predicción que es un placer sufrirla y gozarla en su agonía, como señal inequívoca de que alguna vez tuve vida, de que alguna vez te quise y ya no te quiero, pero te quiero y nunca querré no quererte, te quiero y quiero no querer ya quererte, pero más te quiero aunque olvide no recordarte y entonces te quiera más... Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Héctor Eduardo.
Monday, June 12, 2017
Lo Mejor de mi Vida.
Quisiera poder alcanzarte, como alguna vez, pero esta vez, no dejaría que te desvanezcas en el tiempo, sino todo lo contrario, conciliaría mi vida a tu vida, y a pesar de las enormes diferencias, serías mi cielo y mi Mar, mi presente y mi futuro... Sueños abstractos, sueños imprevistos de realidad atroz, de soledad, de tus manos, de tus besos y de tu hermoso mirar.
Te echo mucho de menos mi Mar, te anhelo por las mañanas, te recuerdo por las tardes y te añoro por las noches; antes de dormir, antes de diluir la realidad en una tibia taza de té, como néctar en la bebida, como cordel sin cometa, así de lejano, así de extensa es mi distancia de tu cercanía, es mi cielo de tu estrella, es mi vida... de tu vida.
Alguna vez volveremos a coincidir, de ello estoy plenamente convencido, y cuando así sea, estaré listo para darte el lugar que te corresponde en mi fiesta llamada vida, en mi historia dentro de tu libreta, en el diario de tus historias, ser siempre el contenido de tu vasija, la argolla en tu anular... Te sigo amando, a pesar de tanto tiempo sucedido, desde aquel veintidós de diciembre de hace dos años, a cuando escribo la presente odisea, tanto o más que antes de conocerte, lo mejor de mi vida eres y has sido tú, mi Mar...
Héctor Eduardo
Te echo mucho de menos mi Mar, te anhelo por las mañanas, te recuerdo por las tardes y te añoro por las noches; antes de dormir, antes de diluir la realidad en una tibia taza de té, como néctar en la bebida, como cordel sin cometa, así de lejano, así de extensa es mi distancia de tu cercanía, es mi cielo de tu estrella, es mi vida... de tu vida.
Alguna vez volveremos a coincidir, de ello estoy plenamente convencido, y cuando así sea, estaré listo para darte el lugar que te corresponde en mi fiesta llamada vida, en mi historia dentro de tu libreta, en el diario de tus historias, ser siempre el contenido de tu vasija, la argolla en tu anular... Te sigo amando, a pesar de tanto tiempo sucedido, desde aquel veintidós de diciembre de hace dos años, a cuando escribo la presente odisea, tanto o más que antes de conocerte, lo mejor de mi vida eres y has sido tú, mi Mar...
Héctor Eduardo
Thursday, March 30, 2017
De Penas y Ciruelos.
Y estamos aquí, al igual que hace un tiempo... Preparándonos para terminar el álgido abrazo del invierno, para pasar a la pascua, sin más rutina que la rutina que no da para mas.
El viejo ciruelo ya dejó de existir, vive en su agonía propiciada por la mano del hombre, por el ego incansable del ser humano, enajenando límites a la naturaleza, entregando límites a lo natural... Y yo, risible de llanto, compaginando penas en el espejo cada que pienso en ella, en las millas de tiempo que han marchitado su recuerdo, en la franela que me recuerda lo terso de su cuello, lo húmedo de sus besos y el fuego de sus adentros.
Es una pena, una agonía que en medio de un olvido, solo en un delirio, a través de los afrodisiacos se beba un poco de mi, que se me pueda soportar así, y me convierta, ella, en persona, en espectro, en un viejo y quimérico recuerdo, como espejo roto, como un montón de laberintos entrañados en el olvido, así, bajo los enervantes de la bebida he sido avasallado, apaleado por el influjo, por la memoria... por la agonía.
El viejo ciruelo ya no existe, el viejo ciruelo siempre estará ahí, quien se ha marchado es mi recuerdo en tu mente, mi alma que se ha quedado en tu viejo morral...
Héctor Eduardo.
El viejo ciruelo ya dejó de existir, vive en su agonía propiciada por la mano del hombre, por el ego incansable del ser humano, enajenando límites a la naturaleza, entregando límites a lo natural... Y yo, risible de llanto, compaginando penas en el espejo cada que pienso en ella, en las millas de tiempo que han marchitado su recuerdo, en la franela que me recuerda lo terso de su cuello, lo húmedo de sus besos y el fuego de sus adentros.
Es una pena, una agonía que en medio de un olvido, solo en un delirio, a través de los afrodisiacos se beba un poco de mi, que se me pueda soportar así, y me convierta, ella, en persona, en espectro, en un viejo y quimérico recuerdo, como espejo roto, como un montón de laberintos entrañados en el olvido, así, bajo los enervantes de la bebida he sido avasallado, apaleado por el influjo, por la memoria... por la agonía.
El viejo ciruelo ya no existe, el viejo ciruelo siempre estará ahí, quien se ha marchado es mi recuerdo en tu mente, mi alma que se ha quedado en tu viejo morral...
Héctor Eduardo.
Saturday, February 11, 2017
Cuando Nunca mas Pude Amar.
Ya no estás aquí para leer estas letras rebuscadas, estos manojos de sentimientos convertidos en palabras, no, ya no estás aquí, y le escribo al viento, para que sople un poco del aroma de tu aliento; le escribo a la llovizna, para que brisee ese rocío tenue que moja mi espíritu cuando recuerdo tu calidez y yo pegado a tu almohada; le escribo al invierno de mis tempestades en calma, a los estruendosos alaridos del alma, que solo atinan a mantenerse quietos y en inmovilidad fingiendo una inacción, solo pasando desapercibidos del tumultuoso sentimiento; le escribo a quien no me lee y a quien no me recuerda cuando piensa un poco en mi, a quien recuerdo cuando nunca pienso en ti; le escribo al ruido que hacen mis coyunturas de las manos cuando aprisionan versos y los transforman en ensayos tristes de melancolía y recuerdo; le escribo a tu magnificencia y a tu emperatriz hermosura, a la finura de tus ojos y al contraste de tus pecas; le escribo al otoño que fragua en mi ayuno, una eterna primavera ¡Honor a tus recuerdos! Y le escribo esta oda a tu versatilidad de persona, a tu enjambre de sorpresas y a tus manos bellas, aquellas que nunca quise soltar, cuando nunca mas, pude amar...
Héctor Eduardo.
Héctor Eduardo.
Thursday, January 26, 2017
Marcha Diaria
A veces quisiera saber si me lees o tienes algún recuerdo mío guardado en alguno de tus abrigos, en el aroma y fragancia de nuestra bufanda o en las quimeras de recuerdos extraviados en el pasto de aquellas planicies... Luego caigo en cuenta que no fui nada para ti, solo el trago amargo de un vaso de licor, un altar de ingenuidad confeccionado a la medida de mis aspiraciones... Y entonces me resigno y sigo la marcha diaria, el duro y encallado caminar de mis días, en felicidad relativa, pero con la sensación de que dejé algo perdido, algo que no pude cerrar y del cual siento que aún respiro.
Héctor Eduardo
Héctor Eduardo
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