Wednesday, June 28, 2017

Síndrome de Abstinencia...

Los píes me tiemblan, tengo mucho frío y no puedo dejar de alucinarla... Esta jaqueca crónica que se siente  en mi pecho, explaya la crisis de identidad y de sosiego que vivo sufriendo desde su adiós, sin siquiera escucharle un "te quiero", me quedé con la lacena vacía de recuerdos y el botiquín expuesto sin remedios, solo la agonía de vivir de aquella noche, todas las noches.

El sudor que recorre mi cuello, expulsa el rastro de sus besos, el temblor que mis manos sienten es por la ausencia de rozar sus cabellos, y las interrupciones a mis sueños, producto de recordar que no la tengo... Estoy en rehabilitación por dejarla, estoy en negación por ya no mirarla, como en aquellas mañanas, como en aquellas tardes cuando se marchaba, pensativa y contenta, permisiva y compasiva, cual endorfina a mi vida, como un  Valium a las tristezas o adrenalina a mi parca existencia... Muero la vida de una abstención, de un freno compulso de buscarle y no le busco, de ir corriendo a la glorieta y gritarle cuanto la quiero, y cuánto la querré, pero gritarle estando mudo, sin palabras ya que no me sobra el aliento, de mostrarle mis cicatrices secas, pues este malestar me ha pegado duro, pensando en cada una de sus pecas, en cada uno de sus rasgos que la hacen ella, que la forjan cual princesa en mi cuento, cual narcótico que en realidad no es mas que un placebo, pues aun continúo en medio de ese surco que son sus ojos, sus gafas y sus besos... No, no me engaño, este síndrome de abstinencia, no es otra cosa, que esperar que la terapia termine, para volver a diluirme en mis sueños, y tenerla para siempre y por entero, hasta que pase de nueva cuenta el efecto.

Héctor Eduardo.

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