Quisiera poder alcanzarte, como alguna vez, pero esta vez, no dejaría que te desvanezcas en el tiempo, sino todo lo contrario, conciliaría mi vida a tu vida, y a pesar de las enormes diferencias, serías mi cielo y mi Mar, mi presente y mi futuro... Sueños abstractos, sueños imprevistos de realidad atroz, de soledad, de tus manos, de tus besos y de tu hermoso mirar.
Te echo mucho de menos mi Mar, te anhelo por las mañanas, te recuerdo por las tardes y te añoro por las noches; antes de dormir, antes de diluir la realidad en una tibia taza de té, como néctar en la bebida, como cordel sin cometa, así de lejano, así de extensa es mi distancia de tu cercanía, es mi cielo de tu estrella, es mi vida... de tu vida.
Alguna vez volveremos a coincidir, de ello estoy plenamente convencido, y cuando así sea, estaré listo para darte el lugar que te corresponde en mi fiesta llamada vida, en mi historia dentro de tu libreta, en el diario de tus historias, ser siempre el contenido de tu vasija, la argolla en tu anular... Te sigo amando, a pesar de tanto tiempo sucedido, desde aquel veintidós de diciembre de hace dos años, a cuando escribo la presente odisea, tanto o más que antes de conocerte, lo mejor de mi vida eres y has sido tú, mi Mar...
Héctor Eduardo
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