Friday, October 20, 2017

Veinte de Octubre

Hoy que es veinte de octubre, amaneció lluvioso, con un cierto dejo de frescura en el clima, con posibilidades de chubascos aislados por la tarde y quizás, solo quizás así, los loros dejen de cantar en su mango desgastado por el tiempo... Terminando con mi reporte del clima, me percato de la soledad que enfrenta mi alma, pues somos dueños materiales de las cosas que portamos, como las prendas de moda, el video juego, la sudadera predilecta, la bufanda con aroma de recuerdos, o quizás algún gorro que nos percate de aquella navidad en que esmeré tu felicidad, solo trayendo infelicidad... Somos dueños sin serlo, porque poseemos lo material, incluso de nuestro armazón de huesos y articulaciones llamados cuerpos, sin embargo, nuestras almas, nuestros espíritus y pensamientos, nuestros anhelos y suspiros son totalmente a campo abierto, y es ahí donde entras tú, es ahí donde nos pertenecemos, es donde aprieto tu mano, sin ser mano (¿olvidas que somos espíritus? y los espíritus no tienen manos),  y te ofrendo un tributo de amor, amándote sin cesar como te amo hoy, más aun que desde la primera vez que te vi, más aun que en el infinito del tiempo pudiera alguien amar, aun sin ser amado, porque debes saberlo, tanto te amo,  a raudales, sin confines, que se desborda dicho amor y me sobra para poner tu parte y devolverme el amor a mi.

Hoy es veinte de octubre, justo a un mes de celebrar tu onomástico, de saberte existente y que respiras y que estás más bella que nunca, que eres toda una mujer, con porte y personalidad, tan bella y sensual como siempre; tirito de nostalgia, de saber que esos labios gruesos y esos ojos chiquitos los sigo venerando y con la esperanza que encuentres el sendero que algún día te guíe a mi, a mis pasos y a mis presentes, excluyéndote de mis recuerdos y forjando los futuros noviembres a tu lado entero... Princesa de mis sueños, mar en mis estrellas del firmamento, no sé si deba felicitarte ese veinte de noviembre o pasar de largo esperando que esperes que yo deba esperar y entonces felicitarte para que te des cuenta que siempre te he esperado, que no pasa un minuto en el día, un solo chirriar de la nocturna madrugada, un espasmo de aire en mis pulmones o un momento en la manecilla del reloj en mi muñeca, en que no te dedique un anhelo, en que no piense qué será de tu mundo, si alguna vez piensas en mi y en mis desenfrenos; en recordarte cual majestuosa e implorar por tu pronta palabra, aunque sea lejana, aunque sea queda pero que salga del alma...

Hoy es veinte de octubre ¿qué hacer el veinte del siguiente, cuando tengo todo por hacer y nada que tu puedas ver?

Héctor Eduardo.

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