Y ya se fueron los fríos de enero, y llegaron las flores de mayo... Como dice la letra de la canción, he aguantado a lo macho, y siempre te llevo en el corazón...
He pensado mucho en ti, he visto alguna que otra foto tuya y tu recuerdo viene a mi, se apodera de mi ser, de mi conciencia y toma posesión de mis impulsos, luego me abraza el silencio del hueco que aun existe en mi corazón, ese hueco que delinea tus ojos, tus hombros, tus delgadas manos, tu cálido aliento, el marrón de tus labios y tu cintura que tanto aun quiero.
Los mitos existen, como ofrenda a las grandes vivencias y experiencias que existieron en los lejanos ayeres; los mitos tienden a exagerar, a manipular y a torcer la verdad, pero en este caso, eres la excepción que da certeza a la regla, pues cuando digo que no tengo aspiraciones posteriores a ti, es un hecho que tu eres el cielo que jamás volveré a tocar, que cuando digo que tu grandeza es equivalente a tu belleza y que esta pierde punto de medición, es porque el alcance de mis ojos se quedaron atrapados en el infinito de tu hermosura y más allá todavía; que cuando hablo de ti en tiempo pasado, colapso y genero la paradoja de que tú no te mides tiempo, pues eres omnipresente en mi vida, conjugando pasado, presente y futuro en un solo momento que es para siempre, que cuando digo que no volveré a amar nunca como te amo a ti, es porque mi alma sintió el velo y la brisa de tu alma, se conectaron para siempre, a pesar de que me creas lejano y etereo.
El mito más grande de mi vida lleva tu nombre Mar, lleva tus zapatos, tu morral y tus ilusiones; el mito más grande de tu vida, lleva cada línea de mis pasajes sin sentido, lleva mi corazón que ya no late, sino se mece esperando un beso tuyo; el mito más grande de nuestras vidas, es el gran amor que en una noche nos dimos, porque entre amar y amarnos existe un infinito de diferencia, porque amar es para cualquiera, pero amarnos, se dio, conspirando al sentido, revolucionando la teoría y amándonos para toda la vida.
Héctor.
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