Wednesday, April 06, 2016

La Tarea y Esas Cosas...

Mejor hubiera elegido yo, así la últimas palabras que hubiéramos cruzado los dos, serían algo más de amor y menos casual, algo más espiritual, algo más osado y de mayor fuerza, como un verso no rimado o la proesa de una promesa escrita en una de mis prosas... Valientes líneas, un disparo a nuestra propia sien, toda una osadía retirarte del escenario, recitando esas líneas de desencanto, de distancia y quizás mucha tristeza, pero que siempre se debieron seguir.

Mientras tanto, seguiremos en medio de la tarea y esas cosas, seguiremos haciendo lo que se debe hacer, con la fuerza renovada y con la piel ya más entumida, descarapelada; olvidando el sabor de nuestros labios, retirando el volumen de tu voz y mis rítmicos suspiros al suspirar, contemplando tu rostro como un lejano recuerdo, como un nubloso pasaje que solo duró algunos días, pero que me marcó por dentro y para siempre, como siglos enteros, siendo apenas segundos, en donde hubo de todo y de todo nos faltó, en donde vivimos lo que no alcanzamos a vivir, y gozamos lo que jamás pudimos gozar, en una dimensión finita, pero sin principio ni final, en donde yo era el artista y en el lienzo dibujé tu leyenda, y tu nombre bordado en seda y papel crepé, ante los actos que nos marcaron y terminaron en aplauso de tan emotivo drama.

Persisto en la cuesta que lleva el olvido de tus rasgos, el deteriorar cada detalle que te hacen tan especial, tan única, una en un millón, y solo me da la asfixia por las bocanadas de aire que dejé cuando tu nombre en mil besos que te di, susurré... Siempre te pienso, siempre te extraño, háblame algún día, no importa cuándo, no importa que las cosas vayan mal, no importa si las cosas van muy bien, yo siempre querré hablar contigo, aun en el silencio del viento que no ulula, aun en el recuerdo de invocar mis palabras y mis consejos, siempre querré conversar con tu hermosa enciclopedia de virtudes y errores, porque soy exactamente eso, por que soy ese a quien tu pudieras llegar a amar...

Héctor.

P. D. Había puesto en mi pecho, un pequeño letrero que rezaba "Cerrado por demolición", y aquí me tienes, pintando las paredes y abriendo las ventanas, por si decides volver.


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