Friday, April 08, 2016

Hablar Entre Dientes.

Me gustaba verla hablar entre dientes, como mascullando ideas de amor que danzan en su cabeza... Era divertido charlar con ella, era lo más bello de la vida, era romper en jirones la monotonía de la vida y encontrar el mejor de los motivos, para ver escapar las horas, cual si fueran unos cuantos grumos, unos cuantos segundos.

Cuando ella hablaba para si misma, cuando ella habla para ella misma, era, es un espectáculo de primer mundo, un concierto que aun tengo fotografiado en mis ojos, es la opoteosis que me da el nirvana de sentimiento; es laurel que corona triunfal mi jornada en la vida... Verla hablando, en el soliloquio de sus desenfrenos, de sus ideas irreverentes, era estar presenciando una obra de teatro, con telón y bambalinas de sus actos, era la sucursal del cielo en esa oficina, era saber que la tenía a unos metros, y casualmente rozar su mano y su rodilla.

En sus discursos, en sus regaños, en sus anécdotas, en sus desahogos, verla completita, como una obra de Neruda, como un Cuadro de Van Gogh, empapada en palabras, salpicando amor, ilusionando a la ilusión, y haciéndome amarla, como hasta hoy, no la puedo dejar de amar... Y la amo más.

Verla hablar entre dientes, resultó ser la experiencia mas grande que jamás haya tenido, fue haberla amado y odiado por ser tan lejanamente cercana, por tener la felicidad de lo incierto en su presencia, por beber hasta la saciedad la miel que me daba su vida, improvisando con nuestras rutinas, ahogándome en el matiz de sus ojos que me hipnotizan, como Mar, como horizonte, como mi velo, como mi pasado, como sentimiento encallado... Como una embajada de sus instantes en mis recuerdos, como enamorarme de sus palabras vertidas al viento, como enamorarme de treinta días que la disfruté por entero, y entonces arrojarme al vacío de sus palabras que aun no olvido... Y me decretan que sigue extraviada, que sigue perdida.

Héctor.

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