Wednesday, June 28, 2017

Síndrome de Abstinencia...

Los píes me tiemblan, tengo mucho frío y no puedo dejar de alucinarla... Esta jaqueca crónica que se siente  en mi pecho, explaya la crisis de identidad y de sosiego que vivo sufriendo desde su adiós, sin siquiera escucharle un "te quiero", me quedé con la lacena vacía de recuerdos y el botiquín expuesto sin remedios, solo la agonía de vivir de aquella noche, todas las noches.

El sudor que recorre mi cuello, expulsa el rastro de sus besos, el temblor que mis manos sienten es por la ausencia de rozar sus cabellos, y las interrupciones a mis sueños, producto de recordar que no la tengo... Estoy en rehabilitación por dejarla, estoy en negación por ya no mirarla, como en aquellas mañanas, como en aquellas tardes cuando se marchaba, pensativa y contenta, permisiva y compasiva, cual endorfina a mi vida, como un  Valium a las tristezas o adrenalina a mi parca existencia... Muero la vida de una abstención, de un freno compulso de buscarle y no le busco, de ir corriendo a la glorieta y gritarle cuanto la quiero, y cuánto la querré, pero gritarle estando mudo, sin palabras ya que no me sobra el aliento, de mostrarle mis cicatrices secas, pues este malestar me ha pegado duro, pensando en cada una de sus pecas, en cada uno de sus rasgos que la hacen ella, que la forjan cual princesa en mi cuento, cual narcótico que en realidad no es mas que un placebo, pues aun continúo en medio de ese surco que son sus ojos, sus gafas y sus besos... No, no me engaño, este síndrome de abstinencia, no es otra cosa, que esperar que la terapia termine, para volver a diluirme en mis sueños, y tenerla para siempre y por entero, hasta que pase de nueva cuenta el efecto.

Héctor Eduardo.

Monday, June 26, 2017

A Diecisiete Meses Desde tu Partida. (Post Data)

... Comienzo mi historia con suspensivos que delatan el atropello del tiempo a tu recuerdo. Eres cual estrella fugaz en mi vida; efímera y abundante, brillante e incandescente, única e irreemplazable...

Han pasado, no sé, diecisiete meses desde tu partida, desde aquel enero ocho cuando la pluma del reloj marcaba las catorce, en la esquina de tu hogar, nos despedimos, con un sólido abrazo, pero con mi corazón herido y el buche lleno de palabras por decir; quedándonos, tú con una bufanda con mi entonces fragancia y yo con una carta de tu puño y letra a medio escribir. Coincidí con la vida que debimos darnos el tiempo y la dilatada distancia que jamás ha cesado; comprendí que estás en el punto culminante de tus sueños y si estoy en ellos soy la pesadilla que los rasga, dejando jirones embelesados de pena,  perjurio de incertidumbre y enredos, como espaguetti entramando malas maneras. Me percaté que lo que siento en el pecho es para toda la vida, y que toda la vida no es nada si no te tengo aquí en mi pecho.  Y hoy, a diecisiete meses después, desde aquel enero ocho cuando en la esquina de tu hogar nos despedimos, me doy cuenta que fue exactamente en ese momento, por las dos de la tarde, con el día seminublado, el acarreo de los coches andando y el bullicio de la vida cristalizado en el asfalto, me doy cuenta, que en ese instante, fue justamente cuando nos conocimos...

Porque cambiaste la historia de mi vida, mi tiempo, mi ritmo y mi todo, porque dejé el protagónico de esta fábula de novela vieja y me convertí al antagónico y estridéntico folclor de mis emociones que son todas para ti; que he bajado la barriga y que ya no sigo mis pasos, sino los utópicos andares por donde quizás tú transites, dichosa y plena, convencida de mi lejanía, apegada al tiempo que marcaste fuera de nuestras vidas. Nos conocimos a la distancia y sin vernos, aprendí a amarte en veneración y suspenso, en credo y arrepentimiento, con la dosis justa de la morfina de tu sonrisa y con la inyección de ánimo que me da saberte viva. Te conocí como conozco al viento, como conozco la estación de radio que dejaste sonando en el estéreo, como tu predilección por los dramas de Otello, y por saber que no es conmigo con quien disfrutas un beso. 

En ese mágico momento, el de nuestra despedida, comenzó la cuenta regresiva, inició el clic clac del reloj que nos apunta un día a volver nuestra mirada al alma y juntar nuestra vida, que a pesar de no verte, te veo, que a pesar de no oírte, te escucho y al cabo de las tres en adelante, todos los días, siempre te pienso, siempre te sonrío y comienzo mi algarabía dedicada a ti y a tus recuerdos; figurando que te hago el amor como nunca lo hicimos, te obsequio por completo la eternidad en un menú de caricias y besos, te enseño mi corazón al descubierto, y te concedo todos tus deseos.

... He cambiado de empleo, he cambiado de vicios etéreos, he diseñado mi vida a esperarte por entero, a jugarle al adivino gurú, y restaurar a la felicidad como inquilina y anfitriona en la fiesta de tu llegada, versando epopeyas de rimas que conjuguen tus nombres y remembran la fiesta de mi boca cuando besaba tus labios, tersos como almohadillas y suculentos como uvas tan exquisitas, como cuando acariciaba tus hermosas piernas, en una escena robada de mis fantasías, en un latifundio de pasajeras vivencias eternas, de palpo divino y lujuria perversa, cielo en cama, cama y suelo... He hilado tu listón rojo del meñique a mi esencia y si antes no le encontraba sentido  a tus dilemas, hoy los siento profundos e indelebles al tiempo, que me tiñe de plateado las sienes y de arrugas mis letras...

Ya pausando mi verborrea incontinente, te ofrendo entera mi alegría, te entrego en un manojo mi fe y  recaudo para la veda un poco del aliento que me da saber que un día te besé... A diecisiete meses desde tu partida, desde aquel ocho de enero, cuando el reloj dio la hora de irse a casa y terminar, no he vivido un segundo sin este pesar, y no ha pasado un segundo a pesar, pues aun estoy al lado del coche esperando por ti, y soñando que un día vas a regresar...

Héctor Eduardo.


Friday, June 23, 2017

Y los Meses Pasan

Volviste a ser protagonista en mi madrugada, vivimos toda una travesía y una aventura; vencimos adversidades y nos encontramos y mutuamente nos enamoramos, coincidimos la frecuencia de nuestros corazones, y empalmamos nuestras almas en un solo amor, el nuestro... En fin, solo fue sueño, pero no desfallezco, fue tan vivido, tan real y sentido que aun  palpo cómo acariciaba tus piernas, como cuando aquella vez, cómo percibí tu fragancia, como aun percibo tu aroma y tu olor a azucena por la mañana, tu perfume virginal de princesa y tu brisa refrescante como océano de misterios, como Mar de mis calmas.

Han pasado muchos meses Mar, ya no distingo los días que son noches sin ti, y las noches que amanecen con tu recuerdo.  Cada vez diluyo más el timbre de tu voz, con aquellas palabras emanadas de entre tus tersos labios, cuando nos despedimos, cuando nos encontramos entre millas de distancia.

Sé que pronto volverás a mis brazos, las puertas de mi amor siguen abiertas, el corazón perdura enamorado de tu dulce y omniosa persona, del suculento néctar que segregan tus besos, de la sensual bondad de tus pechos, de todas las palabras que me pronunciaste y de  tu agitado respirar cuando me amaste.

Héctor Eduardo.

Friday, June 16, 2017

Es Tan Corto el Amor...

Cuando coincido con la coincidencia del recuerdo de tu rostro, es cuando fraguo mis mejores odas, todas ellas con tus nombres y apellidos, como cascadas en medio de un arroyo, como refrescante rocío en medio de la mañana... Siendo sincero, tengo reservado un velero, calculando un viaje a tu regreso, para robarme tan solo un fragmento de tu sonrisa, esa que aun guardé en mi mochila, junto a los caracoles y las deshilachadas letras que comenzaste a puño y letra, y que jamás terminaste.

Concuerdo con la premisa, de no olvidar olvidarte, sin embargo, es natural que la desmemoria nos posea, pero el sentimiento perdura, como aquella letanía de Neruda en su Poema XX, como aquel fragmento en nuestras compungidas travesías, como aquellas tardes por la avenida, como aquellos besos, como cuando alguna vez conmigo te tenía.

Surcarán mis noches por las playas de tus tristezas, ¿pensarás cuando seas feliz en mis tristezas?, siempre cruzaremos el hilo rojo de nuestro camino, vertiéremos ideas con la fragancia de nuestras caricias, con las marcas de tus finas manos, y con lo dulce de tus tersos labios... Siempre estás en mis pensamientos, siempre concedo tiempo a tu dulzura, a revivir cada minuto de aquellos segundos en la habitación de la noche del veintidós, y en verdad que la sentencia de Neruda es tan cierta y tan profética, tan condenatoria como exculposa, tan llena de verídica predicción que es un placer sufrirla y gozarla en su agonía, como señal inequívoca de que alguna vez tuve vida, de que alguna vez te quise y ya no te quiero, pero te quiero y nunca querré no quererte, te quiero y quiero no querer ya quererte, pero más te quiero aunque olvide no recordarte y entonces te quiera más... Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Héctor Eduardo.

Monday, June 12, 2017

Lo Mejor de mi Vida.

Quisiera poder alcanzarte, como alguna vez, pero esta vez, no dejaría que te desvanezcas en el tiempo, sino todo lo contrario, conciliaría mi vida a tu vida, y a pesar de las enormes diferencias, serías mi cielo y mi Mar, mi presente y mi futuro... Sueños abstractos, sueños imprevistos de realidad atroz, de soledad, de tus manos, de tus besos y de tu hermoso mirar.

Te echo mucho de menos mi Mar, te anhelo por las mañanas, te recuerdo por las tardes y te añoro por las noches; antes de dormir, antes de diluir  la realidad en una tibia taza de té, como néctar en la bebida, como cordel sin cometa, así de lejano, así de extensa es mi distancia de tu cercanía, es mi cielo de tu estrella, es mi vida... de tu vida.

Alguna vez volveremos a coincidir, de ello estoy plenamente convencido, y cuando así sea, estaré listo para darte el lugar que te corresponde en mi fiesta llamada vida, en mi historia dentro de tu libreta, en el diario de tus historias, ser siempre el contenido de tu vasija, la argolla en tu anular... Te sigo amando, a pesar de tanto tiempo sucedido, desde aquel veintidós de diciembre de hace dos años, a cuando escribo la presente odisea, tanto o más que antes de conocerte, lo mejor de mi vida eres y has sido tú, mi Mar...

Héctor Eduardo