Lo más grandioso de encontrarte fue cuando nos perdimos, porque así pude conocer el sazón que la vida trae cuando se sufre de amor... No sé si sea costumbre o meramente un hábito, pero hasta ampollas hay en mis dedos de tanto escribir en tu honor, en tu recuerdo. Quimérico resultado de ensayar encontrarte de nueva cuenta y sucumbir al arrebato de perderte cuando el sol entra por la mañana, a través de la ventana; acierto y error, encontrarte y perderte, así una y otra vez.
Encontrarte fue todo un banquete de emociones, lleno de manjares y de gustaciones suculentas, canapés dignos de un milagro en el centro de la estrofa que da el ritmo, la armonía y la simetría a este ensayo poético de prosas, inspiradas en ti. Entonces, encontrarte fue un tino fino, con precisión quirúrgica del destino; así, habitual, casual, estructural, agónico y re vitalizador, como oasis en el desierto, como tabla en medio del océano... Vamos, encontrarte fue el balance perfecto, un hito cósmico que nos pone en perfecta posición para amar el recuerdo que diariamente asoma por mis noches y se pierde en las mañanas...
Héctor Eduardo
No comments:
Post a Comment