No escribiré un lloriqueo mas, solo aguardaré sentado en el sofá, a que alguna palabra tuya emane en la forma que no tiene forma, como un cubismo o un barroco que no se aprecia, solo se jacta de serlo...
¡Me pediste que no insistiera y así lo haré, así lo haré, maldita fortuna! Pero así tendré que hacerle y vivir para morir, vivir para ti y tus recuerdos y tus efímeras palabras... Aun recuerdo como ayer tu modulación de voz, aun no olvido la curva menguada de tu nariz, aun no rebobino del todo la cinta y comienzo de nuevo aquel veintidós, aun no te olvido... Aun no has aparecido.
Las decisiones que uno elige son las que debemos seguir; sensato de aquel que apela al instinto y no piensa tanto las cosas, así como pensaste en la distancia que elegiste, así como te autoconvenciste y me conminaste a no insistir, a no acelerar la inercia de esta caída libre.
Las decisiones que uno elige... Y en todas esas decisiones no olvidaste olvidar olvidarme.
Héctor.
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