Saturday, April 11, 2009

El Mejor de los Dias

Un 5 de Marzo muy Especial

Después de recoger las piedras sobre la playa… No conté si fueron treinta o cuarenta las que tomamos juntos, solo recuerdo algunas que fueron más discretas que las otras.

Desde temprano cavilé; la excelencia en la vida, el arte de esperarte y que aparezcas, como el clímax del suspenso (debo reconocerlo, hoy en día me parece especial), me tomó de sorpresa durante mi instancia salvaguardando tu llegada. Horas que fueron en realidad minutos, hasta que por fin llegó a mí, tu silueta apareciendo mágicamente tras el marco de la puerta… ¿Has escuchado la expresión "siento que no me falta nada"? Exactamente esa frase rebuscada relata lo que en esos instantes recorría mi pecho, mi mente, mi alma. Pues verte atravesar el umbral hacía tu patio, es la sucursal mas cercana a la dicha completa, es lograr mil historias extraordinarias con tan solo una lapicera de acompañante… Es esperar por ti, y lo magnifico de ello es saber que llegarás…

Un canto modesto, debo reconocerlo, evocando la tradición que marca el partir el trozo de pastel que simboliza el milagro de tu existencia, y con la exhalación que emanaba de mis pulmones, condensaba ilusiones, alegrías, palabras dulces, un roce descuidado con toda la intensión de tallar tus bellas manos con las mías y suspirar a tu lado apagando las velas que no existían, pero encendiendo la llama de la alegría que a tu lado abunda… Departiendo juntos.

Entonces partimos… Salimos sin importar si había rumbo o no, con la consigna de colgar las tensiones del mastil mas alejado de nuestras mentes, llegar al muelle, platicar, discutir, bromear y susurrar, confundir al Mar con Mar y encandilarme con tu resplandor que a mi visión dejó nula… Toda a ti. La lección que me diste, aquella de cómo reconocer qué diferencia existe entre la piedra y la roca, el recuerdo de una amnesia y sobretodo, la esperanza de saberte con la agonía de tu retirada, en claro ascenso al cielo cada que viene esa reminiscencia a mi.

Me doy cuenta que procurar tu alegría con el juego interminable de las piedras fue deleite mutuo, alegría mía; Confesar mi felicidad como producto de tus virtudes fue poético… Mantener la convicción de que hoy en día siento más y mucho más arraigada la emoción de tomar tus manos, como aquellas piedras, y excusarme en el nerviosismo de la emoción, hacen mas que nunca que jamás olvide ese día, que cada mañana despierte con esa noble y bella visión, que le cuente a cualquiera que me lea que ese día… Que ese día, es un 5 de marzo muy especial.


Héctor Eduardo

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