Wednesday, March 28, 2018

Ausencia de Mar.

En todo el año no he escrito... La pluma no me ha dado ideas, no me ha dado sentido a extrañarte como tanto te extrañaba, es como una trombosis a la melancolía y en detrimento de mis expectativas, aun te sigo extrañando.

Quise que fuese hoy, solo para animarme a pensarte unas líneas; buscaba que fuera poesía pura, infestada de metáforas y analogías impías, sin embargo, solo traigo mi descafeinada rima que no rima, mis prosas llenas de ausencia de ritmo, y vacías de sentido, pero siempre enfocadas en el recuerdo que tengo de lo terso de tus manos, de la finura de tus delgadas manos, expuestas con esos dedos de porcelana, colgantes de una escultural hermosura, fungiendo de compás a mis manos, para encontrar el camino al norte y pasar de entre ellos, como contrabando.

Hoy elegí para escribirte Mar, ¿Por qué?, eso ni yo lo sé, será quizás porque cada día estoy más tiento a pulsar el botón del teclado y saludarte por vez primera, con la bandera blanca izada en señal de paz, en señal de "¡Hey!,estoy aquí, listo para platicar y retomar esa vieja y hermosa amistad", si, esa hermosa amistad que solo nos duró treinta días, pero para mi, fueron treinta siglos, siempre a tu lado, siempre para ti.

Se me retuerce el estómago solo de pensar en que me has olvidado, yo nunca te he podido olvidar; pues eres inoportuna e imprudente, apareces en mis momentos más felices para recordarme mi infelicidad, y te difuminas cuando más te necesito, haciendo de mi, un poco mas infeliz, como una tragicomedia griega, como un cuento épico, con claroscuros bien definidos y siempre el atuendo del que se viste de gala, solo para verte, y nunca llegaste. Mar ¿En qué momento nos encontramos de la vida? En donde no puedo amalgamar el coraje para hablarte o llamarte, o en donde es lo más conveniente para los dos, es no sabernos, a pesar de que en algún punto nos sepamos, y no nos olvidamos... ¿Y qué hay de nuestro tiempo que nunca existió? ¿Qué hay de las caricias esperando para los dos?¿Qué de la tasa fría de té que alguna vez quise contigo compartir, o de las frituras de queso que siempre te quise conminar? ¿De las risas juntos y aquellas discusiones que nos privamos de tener y no sufrir? ¿De las pláticas profundas y discusiones por nuestras maneras distintas de pensar?¿De aquellos futuros que te dibujé con cincel y tracé en tu mente e imaginación?¿O de los arrebatos de celos que alguna vez llegamos ambos a insinuar? Efímeros, pero dignos de una oda, que siempre te canto yo.

Finalmente Mar, sigue mi promesa en píe, no he olvidado, olvidar olvidarte, aquí sigo, en la estación de tu llegada, a la puerta del vagón que lleva tu abrigo y en la distancia, a casi tres años de nuestra coincidencia en este mundo, te digo que no he dejado de amarte... En Mi ausencia de Mar.

Héctor Eduardo

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