Otra vez apareciste nocturna, como deambulando mi consciencia y peregrinando a mi nostálgico corazón... Mar, no tienes idea de cuánto te echo de menos, dividiste mi vida en antes de ti y después de ti; a pesar de las diferencias, a pesar de estar a años luz de distancia, te añoro a mi lado, como aquella vez, para amarte, adorarte y ser el complemento de esta incompleta vida...
Estuviste en la escena central de mis idilios, protagonista de mi vista cuando tuve cerrados los parpados, en mi noche, en esos recorridos rodeados de girasol, con guirnaldas y azucenas, evocando mis tristes primaveras, acompañado de una taza tibia de té; sentado, matizando tu hermoso rostro, cubierto de esas gafas que tanto amo, de esos pómulos rojizos, evadiendo mi mirada, perpetuando esta distancia que me sofoca y me asfixia, de saberte absoluta y quizás finita, alejada de mis realidades, enclaustrada de mis vanidades ¡Oh Mar! ¿En qué punto nos encontramos y nos dijimos adiós? ¿En qué momento fue cuando tuvimos el cielo para los dos y lo cambiamos para no volvernos a ver? ¿Cómo fue que te encontré a mi lado, supe que eres lo que siempre esperé y ni siquiera un poco por ti luché? Si hay cosas de las que me arrepiento, de la que más, es el haber cambiado mis días de ti, por tus noches en mis sueños... Con esta sensación tan real de tenerte en mi camino, recorriendo los mismos pasos, recorriendo llanos y buscando tu mirada... encontrándome sin nada.
En mis sueños, sé que no estás conmigo, en un plano de realidad, sé que estoy en un escenario sub real, pero te encuentro y platicamos, y nos reímos, y te digo cosas sin sentido, y nos tomamos de la mano o nos enojamos, paseamos juntos, no solo en un auto, conocemos cosas de los dos, recordamos aquellas crepas saladas o tus soliloquios llenos de concentración, y volvemos a reír, y te recuerdo como si estuvieras aquí, que siempre vives en mi, que no hay día que no piense en ti, que no existe un ayuno o un desvelo en que tu nombre no cruce por mi mente y me conforto de saberte, que en otro momento o en otro tiempo estamos unidos, cercano yo a tu rostro para darte un beso o recorrer con mis manos tus mejillas mientras contemplo en tus ojos todo un cielo... Y despierto, cuando llega el timbre que avisa que de nuevo comencemos, pero me quedo con esta sensación tan real de que lo vivido no fue solo un sueño, fue una conexión que tuvimos, a pesar de todo este tiempo, y entonces dentro del grado monumental de mi nostalgia, sonrío, emito un dejo de dicha de saber que alguna vez tuve el honor de conocerte y que vivo esperando para ti.
Héctor Eduardo.
Thursday, October 26, 2017
Friday, October 20, 2017
Veinte de Octubre
Hoy que es veinte de octubre, amaneció lluvioso, con un cierto dejo de frescura en el clima, con posibilidades de chubascos aislados por la tarde y quizás, solo quizás así, los loros dejen de cantar en su mango desgastado por el tiempo... Terminando con mi reporte del clima, me percato de la soledad que enfrenta mi alma, pues somos dueños materiales de las cosas que portamos, como las prendas de moda, el video juego, la sudadera predilecta, la bufanda con aroma de recuerdos, o quizás algún gorro que nos percate de aquella navidad en que esmeré tu felicidad, solo trayendo infelicidad... Somos dueños sin serlo, porque poseemos lo material, incluso de nuestro armazón de huesos y articulaciones llamados cuerpos, sin embargo, nuestras almas, nuestros espíritus y pensamientos, nuestros anhelos y suspiros son totalmente a campo abierto, y es ahí donde entras tú, es ahí donde nos pertenecemos, es donde aprieto tu mano, sin ser mano (¿olvidas que somos espíritus? y los espíritus no tienen manos), y te ofrendo un tributo de amor, amándote sin cesar como te amo hoy, más aun que desde la primera vez que te vi, más aun que en el infinito del tiempo pudiera alguien amar, aun sin ser amado, porque debes saberlo, tanto te amo, a raudales, sin confines, que se desborda dicho amor y me sobra para poner tu parte y devolverme el amor a mi.
Hoy es veinte de octubre, justo a un mes de celebrar tu onomástico, de saberte existente y que respiras y que estás más bella que nunca, que eres toda una mujer, con porte y personalidad, tan bella y sensual como siempre; tirito de nostalgia, de saber que esos labios gruesos y esos ojos chiquitos los sigo venerando y con la esperanza que encuentres el sendero que algún día te guíe a mi, a mis pasos y a mis presentes, excluyéndote de mis recuerdos y forjando los futuros noviembres a tu lado entero... Princesa de mis sueños, mar en mis estrellas del firmamento, no sé si deba felicitarte ese veinte de noviembre o pasar de largo esperando que esperes que yo deba esperar y entonces felicitarte para que te des cuenta que siempre te he esperado, que no pasa un minuto en el día, un solo chirriar de la nocturna madrugada, un espasmo de aire en mis pulmones o un momento en la manecilla del reloj en mi muñeca, en que no te dedique un anhelo, en que no piense qué será de tu mundo, si alguna vez piensas en mi y en mis desenfrenos; en recordarte cual majestuosa e implorar por tu pronta palabra, aunque sea lejana, aunque sea queda pero que salga del alma...
Hoy es veinte de octubre ¿qué hacer el veinte del siguiente, cuando tengo todo por hacer y nada que tu puedas ver?
Héctor Eduardo.
Hoy es veinte de octubre, justo a un mes de celebrar tu onomástico, de saberte existente y que respiras y que estás más bella que nunca, que eres toda una mujer, con porte y personalidad, tan bella y sensual como siempre; tirito de nostalgia, de saber que esos labios gruesos y esos ojos chiquitos los sigo venerando y con la esperanza que encuentres el sendero que algún día te guíe a mi, a mis pasos y a mis presentes, excluyéndote de mis recuerdos y forjando los futuros noviembres a tu lado entero... Princesa de mis sueños, mar en mis estrellas del firmamento, no sé si deba felicitarte ese veinte de noviembre o pasar de largo esperando que esperes que yo deba esperar y entonces felicitarte para que te des cuenta que siempre te he esperado, que no pasa un minuto en el día, un solo chirriar de la nocturna madrugada, un espasmo de aire en mis pulmones o un momento en la manecilla del reloj en mi muñeca, en que no te dedique un anhelo, en que no piense qué será de tu mundo, si alguna vez piensas en mi y en mis desenfrenos; en recordarte cual majestuosa e implorar por tu pronta palabra, aunque sea lejana, aunque sea queda pero que salga del alma...
Hoy es veinte de octubre ¿qué hacer el veinte del siguiente, cuando tengo todo por hacer y nada que tu puedas ver?
Héctor Eduardo.
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