Friday, October 28, 2016

El Último Segundo...

Han pasado muchos meses desde tu partida, muchos cambios han bañado mi mente, sin embargo tu mirar aún me tiene cautivo, aletargado en el tiempo, absorto en la eternidad del último segundo en que rocé la palma de tu mano y miré fijamente tus labios, intentando robarles ese beso que nunca les volví a entregar, con la arrepentida partida de tu sonrisa y reiterando mi deseo vano de que ese último segundo, se tradujera en una pausa eterna en nuestras vidas.

Cuántas cosas Mar, cuantas gotas de amor y convicción hemos devengado, tú; por la avenida de la felicidad, y yo en el llano de la soledad... Sin embargo, en tu felicidad me bautizo, en tu dicha yo respiro, diluyo la constipada neumonía de la tristeza y te venero cuanto igual o más que en la última mirada, mucho más aún, que en ese último suspiro.

Eres la mujer de las violetas, eres el ensayo de mi prosa y la rima de mi vida, la que siempre me sorprendió tras la puerta, la que siempre llevo en el velo de mis risas, en el furor de mis momentos de gloria y la bandera donde anuncio tu venida... Mar, me diste por obsequio en solo un mes, cien siglos de amor, cien vidas en eternidad y la promesa sigue vigente, que en algún punto donde me encuentre, por más que las gaviotas surquen los cielos y la brisa frote mi cara, que por más que el ocaso se asome por mi ventana anunciando que llega la noche, o los ciruelos retoñen y me entreguen sus frutos, por más vida me sobre y te sobre, y por más que ambos aparentemos, en algún punto y momento del día, todos los días, tengo un momento de ti, tengo un pensamiento para ti, me acuerdo de ti... Como diría Benedetti.

No he olvidado, olvidar olvidarte...

Héctor Eduardo.

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