Netamente un aroma angelical... Esa es la fragancia que tengo guardada en el paladar después de degustarte en aquella noche, en aquella alocada excitación... Parecen que los días se han tornado años, como un crepúsculo sin fin, sin avance, sin que sigan las manecillas del reloj su curso natural, estancadas en la ruina de tu partida, en la colosal quimera de saberte y no saberte... De olvidarte a marchas forzadas, de recordarte como talento natural, como acto reflejo en cada respirar.
Sé que eres feliz sin mí, lo sé y yo debería de ser feliz por tu dicha, sin embargo, agonizo de caer en la cuenta que ya no tienes un segundo siquiera en tu corazón para pensar en mis recuerdos vetustos, en mis lánguidas sonrisas que alguna vez te hicieron sonreír... En la parcela de ilusiones que románticamente me forjé en un santiamén contigo y que hoy me percato, fueron solo humo... De pensar que en esta vida no tuvimos la coincidencia de coincidir en este cariño y que solamente me resta de propina sonreír, esperando la espera que no llega y no concluye, esperando el alba para que en su ocaso se extinga mi nostalgia y esta melancolía se desvanezca... Volviendo a verte sonreír.
Héctor.
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