Sunday, February 15, 2009

Escrito el 23 de mayo de 2007

Y recibí la peor señal... Una mueca que frunció el aire al rededor de mí ¿Cómo puede un simple movimiento muscular, romper el ideal, la lógica, el orden perfecto... El corazón de alguíen?

Una cachetada a las dos de la tarde, en medio de la plaza mas circulada de toda la ciudad hubiera sido menos devastador que aquella gesticulación (verdugo de todo anhelo de felicidad). Pero estaba ahí, en tu frente, justo en la puerta, inviernos mas cálidos que la sensación que recorrió mi espina dorsal en ese preciso instante. La suerte estaba echada, la vida ya no sería la misma, y yo quedé con la peor parte, la obtusa decisión de continuar en el esfuerzo o simplemente allanar el viejo camino de la soledad.

Como parteaguas en la vida fue el minuto exacto que tus ojos marcaron el desgaste de verme junto a la plaza esperando por ti. De noche y en frío, nadie sabe (excepto Él) cuántos segundos transcurrieron, en los cuales albergué la ilusión de verte, de palparte, y estos sentimientos simplemente se escabulleron cuando sin máscara alguna fluyó el ademán mas atroz en tu bello rostro.

Comprendí el cansancio de tantas y tantas horas de ajetreo en ti, comprendí que una relación no es una reja y que siempre debe existir equidad, comprendí que jamás te di la oportunidad que esperaras por mí, que siempre ir un paso adelante puede ser asfixiante, que hay que ser mas humano que exacto, que una rosa no vale mas que una razón...

Y hoy aquí, al poco tiempo, volteó al cielo, con las marcas ya cerradas, noto que no hace falta mucho para la felicidad, que se puede estar pleno en medio de la soledad... Y me doy cuenta que no es cierto todo lo anterior, padezco resaca post mortem, y en plena conciencia no sé cuánto tiempo aguante hasta volverte a ver...